ARTE

El Visor de Chus Tudelilla: Aragón a escena con Galdós

El escritor visitó Zaragoza en varias ocasiones y viajó hasta el Valle de Ansó para conocer a sus gentes

Luis Gandú Mercadal, Terraza del Gambrinus, años 20, Zaragoza.

Luis Gandú Mercadal, Terraza del Gambrinus, años 20, Zaragoza.

Chus Tudelilla

Chus Tudelilla

Los últimos ensayos de su ópera 'Zaragoza', que pronto se estrenaría en el Teatro Principal, tenían preocupado a don Benito. Mejor pensar en otras cosas, como el aspecto que tenía el chapitel de la Torre Nueva en 1808 o el tipo de atado de las alpargatas de Agustina de Aragón, mientras disfrutaba de un café al fresco en los veladores del Gambrinus con la grata compañía de sus amigos Mariano Gracia y Rafael Mainar. La calma se rompió cuando uno de los dos ansotanos que ocupaban la mesa de al lado se le acercó para mostrar su admiración por toda su obra a excepción de 'Los Condenados', en la que, según dijo, no les había tratado bien. En su defensa Galdós intentó explicarle que había procurado pintarles como los había visto, pero el argumento no convenció al ansotano, seguro de que el escritor vio solo aquello que le enseñaron.

Mal momento, el peor, para recordar el fracaso de 'Los Condenados' en las fechas previas a un nuevo estreno. El desencuentro de aquel día lo contó Mainar en su crónica para el diario 'El Pueblo de Valencia' (16 mayo 1908), porque algo había que escribir sobre la ópera ante el rechazo de Galdós a concederle una entrevista, aunque dejando claro, frente a la opinión del ansotano, que en la preparación de Zaragoza había consultado archivos y la opinión de personas eruditas, y conocía los escenarios donde sucedía la acción. Un proceso de trabajo habitual en el escritor, más allá de la categoría de sus obras y de los resultados cuando se llevaron a escena. Pero el desagradable comentario del ansotano amargó el día a Galdós y la mala experiencia de 'Los Condenados' regresó a su memoria.

El tiempo había pasado desde el viaje al Valle de Ansó, en julio de 1894, cuando aprovechó para visitar a sus amistades de Zaragoza. Hacía un año que se había demolido la Torre Nueva, la atalaya de los Sitios, que tan bien conocía de anteriores estancias en la ciudad y sobre la que escribió en Zaragoza, novela de los 'Episodios Nacionales', base del libreto de la ópera que en 1907 presentaría al comité de la Exposición Hispano-Francesa. De Zaragoza partió en tren a Huesca, cuya estación se había convertido durante la temporada de los Baños de Panticosa en un magnífico y sorprendente lugar de encuentros. Como el de la mañana del 24 de julio, cuando un grupo de redactores de 'El Diario de Huesca' acudieron a saludar a José Ferreras, senador y director de 'El Correo', y conocieron a su ilustre compañero de vagón: Benito Pérez Galdós.

Hotel Europa, Zaragoza.

Hotel Europa, Zaragoza.

Aquel encuentro casual se convirtió en noticia destacada en los periódicos locales, muy atentos en los siguientes días a los detalles del viaje de Galdós. El escritor se dirigía al valle de Ansó a conocer las «patriarcales costumbres y tipos de sus moradores» de un territorio que creyó anclado en la época medieval, para incorporarlas en su nuevo proyecto literario, tras observar y quedar fascinado en Madrid con las mujeres ansotanas que vendían té. La breve escala en Jaca, donde le esperaba su amigo Juan Sánchez Gastón, le permitió conocer la ciudad y sus monumentos en compañía de Carlos Quintilla, director de 'El Pirineo Aragonés' y del arqueólogo Mario de Lasala. Y por fin, el 25 de julio, Galdós llegó a Ansó con Sánchez Gastón, que hizo de guía y le presentó a su familia y vecinos, y el fotógrafo Félix Preciado que documentó todo aquello que Galdós deseaba recordar durante el proceso de escritura de la obra.

A su estancia en el valle dedicó Galdós varios capítulos en sus 'Memorias de un desmemoriado'. El 11 de diciembre 'Los Condenados' se estrenó en el Teatro de la Comedia de Madrid. El 'Diario Mercantil de Zaragoza' informó del fracaso (13 diciembre 1894): Galdós «ha sido derrotado en toda la línea. La última obra, 'Los Condenados' han sido ‘condenados’. (...) Para nosotros, la obra de D. Benito Pérez Galdós, tenía doble atractivo. Su argumento estaba basado en recuerdos del Alto Aragón, y sus personajes respiraban el ambiente de los Pirineos. Las sencillas costumbres de los tranquilos habitantes del valle de Ansó, trazados por la mano del insigne novelista, eran esperadas con la brillantez de maravilla.

Los críticos, con desesperante unanimidad hablan de la obra, los más severos la califican de fracaso completo, y los más indulgentes o compasivos, de equivocación lamentable». Galdós se había equivocado en todo, en el título, en el lugar de la escena, en los diálogos, en los caracteres...» se leyó en 'El Pirineo Aragonés' (16 diciembre 1894); nada que ver, en opinión del autor de la crónica, con la pluma valiente de los 'Episodios Nacionales'. 

Benito Pérez Galdós, Dionisio Lasuén, Antonio Mompeón, Mariano Gracia y Filomeno Mayayo, junio1908.

Benito Pérez Galdós, Dionisio Lasuén, Antonio Mompeón, Mariano Gracia y Filomeno Mayayo, junio1908.

Galdós intentó defenderse de las malas críticas en un prólogo a 'Los Condenados', y la prensa respondió: «¿Usted nos desprecia? Pues le pagaremos con la misma moneda». El conflicto solo se relajaría con los años. El 6 de abril de 1915, por empeño de Federico Oliver, director de la compañía del Teatro Español de Madrid, tuvo lugar el reestreno de la obra, cuyo éxito se atribuyó a la superación de absurdos convencionalismos teatrales. «¡Cómo cambian los tiempos!», opinaron en 'El Pirineo Aragonés', tras conocer que el drama había sido aclamado y vitoreado en Madrid.

Los ensayos de la ópera 'Zaragoza'

Pero en 1908, catorce años después del primer estreno de 'Los Condenados', las palabras del ansotano sacudieron el ánimo de Galdós, anticipándole la posibilidad de una nueva derrota. Los ensayos de la ópera Zaragoza no iban bien, y las expectativas eran grandes. Conforme pasaban los meses se fueron conociendo los detalles de la ópera con música de Arturo Lapuerta, que la llevaba arrastrando desde 1900. El escenógrafo Luis Muriel pintó cinco telones donde tenían lugar los diferentes actos a partir de bocetos, croquis y descripciones que Galdós realizó durante sus estancias en la ciudad.

La compañía de Baratta comenzó los ensayos en mayo, al tiempo que se anunciaban sucesivos aplazamientos del estreno que, finalmente, tuvo lugar el 5 de junio, cuando la prensa de todo el país cuestionaba las verdaderas razones del retraso. Aunque la excusa oficial era la dolencia reumática de Galdós que le impedía viajar, se apuntaron otros motivos como el descontento de Lapuerta, que por ser algo habitual en él no parece tan decisivo como la preocupación de Galdós por el retraso en los ensayos debido, al parecer, a las malas copias que la Sociedad de Autores había enviado. Mucho tuvo que ver en la sorprendente recuperación del escritor el compromiso adquirido con el empresario del Teatro Principal, que no dudó en viajar a Madrid para fijar una fecha inaplazable. 

Coincidió Galdós en su viaje a Zaragoza con los infantes Fernando y María Teresa, por lo que decidió bajar en Casetas y esperar al tren de mercancías. En la estación del Santo Sepulcro le esperaba una comisión del ayuntamiento y la banda del Hospicio, que tocó el himno de Riego; y de allí al hotel Europa, donde le dedicaron la Marsellesa. Las ovaciones que acompañaron al estreno de su ópera en un teatro lleno, le ayudaron a olvidar su contrariedad por el pobre recibimiento de la mañana. Al día siguiente, el ayuntamiento le agasajó con un banquete en la Quinta Julieta y después un paseo por los jardines de la finca. Quedan para el recuerdo las fotografías de Freudenthal. Tras la última representación de la ópera, el 7 de junio, el público acompañó a Galdós al hotel Europa, obsequiándole con una serenata a la que el escritor, a pesar del frío respondió con un último saludo desde el balcón, momento en que María Muñoz le cantó una jota. No quiso don Benito despedidas protocolarias. 

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