opinión

Guardando las distancias: La cultura se crea y se disfruta

Aragón perdió una gran oportunidad de aprobar una necesaria Ley de Derechos Culturales

Un taller colaborativo desarrollado en Harinera ZGZ.

Un taller colaborativo desarrollado en Harinera ZGZ.

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

En el tramo final de la legislatura pasada del Gobierno de Aragón, una vez superado lo peor de la pandemia, con el impulso inquebrantable de Procura, el departamento de Cultura de la DGA con Víctor Lucea como director general decidió trabajar en una Ley de Derechos Culturales que colocara a la comunidad, una vez aprobada, prácticamente a la vanguardia en España (entonces solo Navarra contaba con una ley del mismo estilo).

La asociación Procura hizo un trabajo incansable ayudando en la redacción de la ley y aportando sus sugerencias y por dónde creían que debía ir una ley cuyo objetivo final, no hay que olvidarlo iba a redundar en todo el sector. En un principio, el Gobierno de Aragón se comprometió a dejarla lista para ser aprobada, es decir, con varios trámites ya superados, en el principio de la nueva legislatura. A priori, la mayoría de los grupos políticos de las Cortes estaban a favor de la misma.

Finalmente, las prioridades fueron otras y la Ley de Derechos Culturales ni siquiera comenzó sus trámites fiándolo todo al nuevo Gobierno que se conformara tras las elecciones.

Una Ley de Derechos Culturales es la manera de garantizar el acceso de la gente a la cultura no solo consumiendo sino participando del propio acto cultural produciendo y decidiendo sobre la misma. La consecuencia de todo esto es que el propio sector se beneficiaría de esa participación porque llevaría directamente a querer consumir. Es decir, el poder producir cultura te invita a consumir y le da estabilidad al propio tejido.

El otro día, en el debate de investidura en el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez anunció precisamente el desarrollo de una Ley de Derechos Culturales que ayude a desarrollar esa base teórica. Los anuncios a veces se quedan en eso, en solo anuncios políticos y habrá que ver si realmente se dan pasos hacia esa nueva ley, necesaria y destinada a toda la población sin distinciones.

Pero debería ser el momento de que en Aragón se retome ese proyecto de la Ley de Derechos Culturales para la comunidad porque la oportunidad que se perdió la legislatura pasada no debe quedar en el olvido. La cultura no es solo industria y profesionalización, la cultura depende del propio acto y hecho cultural y ese no se puede medir en materia económica. Ni se puede ni se debe. La importancia del hecho cultural es tal que su simple existencia repercute en todo el ecosistema de la comunidad. Y en última instancia, la implicación en el acto cultural acaba suponiendo participación y consumo de unas estructuras mayores de cultura. 

Desconozco si el anuncio de Pedro Sánchez corresponde a una intención sincera y a un proyecto que ya está en vías de desarrollo (ojalá fuera así porque sé que en su partido hay expertas en la materia), pero en la cultura no es tiempo de esperar lo que vaya a suceder en una instancia superior ni de detenerse en pensar que todo lo que se pensó desde otro Ejecutivo no debe tener cabida en el nuevo.

Hay que decirlo bastante claro y de manera contundente por si acaso no se entiende. Aragón se merece una regulación de los derechos culturales que no solo permita el acceso a la cultura de toda la población sino que permita colocarnos en la senda de lo que ya está sucediendo en otros países europeos porque la cultura no solo se consume, se crea y se pone en valor. Aunque, visto lo visto, quizá estoy soñando demasiado. Veremos.