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Crítica de Javier Losilla del concierto de Crudo Pimento: El blues incendiario del Segura

La propuesta del dúo murciano, que actuó el sábado en la sala López, es una áspera, despiadada y descarnada creación musical que pone en trance a los vivos y en danza a los muertos

Crudo Pimento, el sábado en la sala López de Zaragoza.

Crudo Pimento, el sábado en la sala López de Zaragoza. / Rosa Cervantes

Javier Losilla

Javier Losilla

Sorprende la pasión que el Partido Popular muestra por la recreación de los Sitios de Zaragoza (a la alcaldesa Chueca, en su discurso, solo le faltó citar a Galdós: "Entre los muertos siempre habrá una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde") mientras desprecia la memoria histórica más cercana. El sábado, Zaragoza fue un incruento campo de batalla, y las falsas tropas se batieron con munición de fogueo por el Coso alto, la calle Alfonso y la plaza del Pilar. Ruido, mucho ruido. Ruido hueco en la margen derecha del Ebro. En la izquierda, en la sala López, un par de murcianos (Inma Gómez y Raúl Frutos) mostraban el blues áspero, perturbador y mixturado del Segura, irregular río en su caudal, pero vigoroso en su intensidad sonora.

Lo de Crudo Pimento es la versión del siglo XXI del aquel demonio con el que la leyenda dice que pactó el bluesman Robert Johnson para obtener un talento musical inenarrable. Voz del inframundo, guitarra golpeada, no frotada (que Raúl ataca a la vez que la batería), igual que el bajo, esa lata de pimentón convertida en mágica caja de música, y cacharrería varia. Lo de Crudo (nunca un adjetivo fue tan bien aplicado en las artes) Pimento es justo eso: una áspera, despiadada y descarnada creación musical que pone en trance a los vivos y en danza a los muertos. El folclore, el blues, el rock más oscuro, un cierto ritualismo y, por supuesto, algunas variedades flamencas dan cuerpo a una propuesta terminada de armar con unos textos perturbadores.

'Grande es la ciudad para un pequeño mono que grita', 'El Carmen', 'Con sangre de quien te ofenda', 'Un barco (cargado de gente que ya se hundió)', 'Yo vine a traer la guerra' (qué acertado título para el sábado), 'Allohawaii Bodoque', 'Pantame', 'Trono', la singular 'Verdiales Carmelitanos', 'Garra y padre' y alguna más, fueron las canciones de un repertorio arrollador disfrutado, lamentablemente, por un público escaso. Y la anécdota: cuando en el fragor de la simulada batalla Inma y Raúl se dirigían a la López, la policía no les dejaba pasar por entre los soldados de pega. Incluso les pidieron la documentación, probablemente al confundirlos con franceses invasores.

Así están las cosas por aquí. Recreamos el fuego de atrezo, pero impedimos el paso a los incendiarios de verdad. Dale, Nati.

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