ENTENDER+ CON LA HISTORIA

La rebelión del conde de Urgel

En el año 1413, el conde de Urgel inició una rebelión que pudo cambiar la historia de la Corona de Aragón

Un momento del acto central del Compromiso de Caspe, este año.

Un momento del acto central del Compromiso de Caspe, este año. / El Periódico de Aragón

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Cada vez que tengo oportunidad de hablar del Compromiso de Caspe aprovecho para decir lo extraordinario que fue. Lo que ocurría normalmente cuando un reino se quedaba sin rey y este no había dejado una sucesión al trono clara es que los diferentes candidatos acababan luchando por conseguir la victoria en eternas y sangrientas guerras civiles que pagaban sus súbditos con su sangre y dinero. Sin embargo, en los diferentes dominios de la Corona de Aragón se intentó cambiar esa dinámica para que fueran el acuerdo, la ley, la palabra y la diplomacia las que tuvieran protagonismo.

Evidentemente no todo salió perfecto, pero fue una experiencia extraordinaria e histórica el hecho de que a comienzos del año 1412 los representantes de las tres entidades políticas principales que formaban la Corona, los reinos de Aragón, Valencia y el principado de Cataluña, establecieran las normas y el procedimiento para elegir a un nuevo monarca, cosa que se acabó cumpliendo. Y sí, todos conocemos más o menos lo del Compromiso de Caspe, pero no me cabe ninguna duda de que si este suceso hubiera ocurrido en Cambridge o en Newcastle sería muchísimo más conocido a nivel mundial y nos darían la turra constantemente con novelas, series y películas con presupuestos estratosféricos.

Por recapitular, en 1410 falleció el rey Martín el Humano. El único hijo varón que había llegado a la vida adulta, Martín el Joven, murió de enfermedad un año antes en Cerdeña tras haber aplastado la enésima rebelión de los sardos. Este tampoco había tenido hijos dentro de su matrimonio, pero sí que dejó un hijo ilegítimo, Fadrique de Luna, que había tenido con una amante. Su abuelo el rey trató de conseguir que el papa Luna le legitimara mientras a la vez se volvía a casar para tratar de engendrar un nuevo heredero. Pero no tuvo tiempo suficiente para conseguir una cosa ni la otra, ya que falleció menos de un año después que su hijo. También intentó una tercera vía, tratando de dar cierto poder y colocar en buena situación al conde Jaime II de Urgel. Este era un condado que, aunque llevaba ya tiempo cada vez más integrado dentro de las políticas e intereses de la Corona aragonesa, lo cierto es que todavía no pertenecía de facto a ella y seguía siendo independiente.

Pintura de Martín el Humano.

Pintura de Martín el Humano. / El Periódico de Aragón

Su conde, Jaime II, estaba además emparentado con la familia real, y de hecho era sobrino del rey Martín el Humano y bisnieto de Alfonso IV el Benigno, por lo que tenía papeletas para convertirse en el nuevo heredero. Incluso recibió poderes importantes en el reino de Aragón, pero allí se encontró con una importante oposición ya que muchos le consideraban un extranjero.

Al final, el rey Martín murió y pasaron dos años sin monarca, con la amenaza de una guerra civil sobrevolando sobre todos. De hecho, la situación no fue un remanso de paz, y hubo algunos enfrentamientos e incluso asesinatos políticos como el del arzobispo de Zaragoza. Pero finalmente se establecieron en Alcañiz las normas a seguir para la elección de un nuevo monarca, y ya en Caspe, los nueve compromisarios, tres por cada territorio, decidieron que de entre las cinco candidaturas al trono era la del castellano Fernando de Trastámara la mejor, al ser sobrino del difunto rey Martín y nieto de Pedro IV el Ceremonioso. Pero no todos quedaron satisfechos con la elección de Fernando I de Aragón.

Sepulcro de Jaime II de Urgel en el casillo de Játiva

Sepulcro de Jaime II de Urgel en el casillo de Játiva / El Periódico de Aragón

Uno de ellos fue el conde de Urgel, quien además tenía el apoyo de algunos nobles aragoneses como Antón de Luna, quien le animaba a levantarse en armas y luchar por lo que era legítimamente suyo. Al final, y tras muchas dudas, Jaime II inició una rebelión contra el nuevo monarca en el año 1413. Una revuelta que de haber triunfado pudo haber cambiado para siempre la historia de la Corona de Aragón e incluso de lo que acabaría siendo España y de la propia Europa. Y es que de haber logrado derrocar a Fernando, ya no habría habido dos líneas de la familia Trastámara, una en Castilla y otra en Aragón, por lo que la posterior unión dinástica con los Reyes Católicos habría sido mucho más complicada de conseguir.

La rebelión tuvo el apoyo inicial de Inglaterra, quien envió tropas a cambio de la promesa de recibir el reino de Sicilia como contraprestación. Pero al final, la mayor parte de las fuerzas vivas de la Corona apoyaron al rey Fernando, pues este encarnaba la legalidad establecida en Alcañiz y en Caspe, y además la gente quería estabilidad, estando ya harta de la situación inestable de los dos años en que la monarquía estuvo descabezada. Así, pronto fueron cayendo una a una las posiciones que mantuvieron los urgelistas como el castillo-abadía de Montearagón, el castillo de Loarre o el propio condado de Urgel. Jaime II fue derrotado, quedó desposeído de su título y bienes, y acabó pasando el resto de su vida de prisión en prisión hasta su muerte en el año 1433.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS