El reino de Sobrarbe

¿Qué sabemos sobre este legendario reino pirenaico y sus reyes?

Vista de la plaza Mayor de Aínsa

Vista de la plaza Mayor de Aínsa / ARCHIVO

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Ya casi a punto de finalizar este 2023 y de estrenar 2024, llegamos a un año muy importante en la historia de Sobrarbe, o al menos de su historia legendaria. Y es que este próximo año se conmemorarán los 1300 años de la Batalla de Aínsa, un enfrentamiento entre cristianos y musulmanes por esta preciosa localidad oscense que además se sigue recordando cada dos años con la celebración de La Morisma. Una

representación teatral que recuerda aquellos hechos míticos y que, aunque hubo ciertas épocas en las que se perdió, hoy en día vuelve a celebrarse igual que se hacía siglos atrás. ¿Pero qué veracidad tiene esa batalla de Aínsa, que supuestamente se libró en el año 724, y por qué es tan importante para la historia del propio Sobrarbe y de Aragón?

El relato nos sitúa prácticamente en los primeros años de la conquista musulmana, que recordemos que desembarcan en el sur de la península Ibérica en abril del año 711 y acaban en muy poco tiempo con el reino de los visigodos. Sabemos que no tardan mucho en llegar a estas tierras, pues en el año 714 están ya en el valle del Ebro y al año siguiente se encuentran sometiendo a la ciudad de Huesca. Pues bien, llegamos al año 724 cuando los cristianos de los Pirineos deciden pasar a la acción y tratan de conquistar Aínsa a los musulmanes. Ambas partes libran una feroz batalla en la que parecía que los cristianos tenían las de perder, hasta que de forma repentina apareció una cruz en llamas sobre una carrasca. Todos lo tomaron como una señal divina de que Dios estaba con ellos, dándoles ánimo y así consiguieron alcanzar la victoria haciendo huir a los musulmanes.

Sin embargo, la victoria habría sido casi pírrica, y todos eran conscientes de que los guerreros musulmanes regresarían para recuperar Aínsa. Sabedores de esta circunstancia, decidieron que necesitaban un caudillo fuerte que les dirigiera, así que decidieron reunirse en el Monasterio de San Juan de la Peña y allí, en un lugar tan mágico y emblemático en mitad de la montaña, y por inspiración del Espíritu Santo, todos los allí reunidos aclamaron sin haberlo puesto antes en común al caudillo de origen navarro García Ximénez, decidiendo que este sería su rey. Eso sí. Nadie quería que este o alguno de sus sucesores llegara a convertirse en un tirano, de modo que antes de proclamarle rey le hicieron jurar una serie de fueros que controlaban su poder y que establecían que en caso de que el monarca de turno abusara de su poder, sus vasallos tendrían el derecho incluso a destronarle. Eran los fueros de Sobrarbe, origen mítico de los fueros aragoneses, y origen de la célebre frase de «en Aragón antes fueron leyes que reyes», la cual marcaba el espíritu de la foralidad aragonesa, así como del sistema político pactista que se acabaría desarrollando a lo largo de la Edad Media. A García Ximénez le siguieron otros seis reyes de Sobrarbe hasta un total de siete. Sin embargo, todo esto, aunque lo recogen cronistas como Zurita y Blancas, son en gran medida mitos, pues nunca existió un reino de Sobrarbe y menos en aquella época. De hecho, todavía tardarían bastante tiempo incluso en surgir los condados de Sobrarbe, Ribagorza y de Aragón.

Pero entonces, ¿de dónde vienen estas historias y por qué tuvieron tanta importancia? Lo cierto es que son unos relatos que vienen de la tradición oral y que se fueron formando muchos siglos más tarde. De hecho, la primera vez que lo vemos escrito es en una fecha tan tardía como es el año 1499. Pero ahí es precisamente donde radica la verdadera importancia de todas estas historias y leyendas. A finales del siglo XV se había producido la unión dinástica entre las dos ramas de los Trastámara de la Corona de Aragón y Castilla con el matrimonio de los Reyes Católicos. Fernando II de Aragón, que también fue Fernando V en Castilla, empezó a pasar más tiempo en el reino vecino, empezando a desarrollarse entonces la figura del virrey como representante del monarca en los diferentes Estados de la Corona aragonesa. En el caso del reino de Aragón, sus élites e instituciones de gobierno estaban muy orgullosas de su poder y tradiciones, y desde luego estaban dispuestos a reclamar su propia importancia y la del reino de Aragón en una monarquía conjunta en la que iban perdiendo cada vez más peso e importancia. Algo que se acentúa todavía más con la llegada de los Habsburgo desde 1516 y la conformación de un gran imperio a nivel mundial.

La respuesta de esas élites aragonesas fue precisamente tratar de mostrar su propia importancia y la de su reino frente a una Castilla cada vez más importante para las políticas imperiales de la Monarquía hispánica, por lo que dan relevancia a sus fueros y privilegios que controlaban el poder de unos reyes cada vez más absolutos, lo cual fue derivando en un constante choque entre ambas partes a lo largo del siglo XVI y que culminó con la rebelión de Aragón de 1591 y la ejecución del Justicia Juan de Lanuza V el Joven. De ahí el impulso de esas historias legendarias que buscaban orígenes antiguos y legendarios para legitimar sus reclamaciones y su visión, con intervenciones divinas como la de la Batalla de Aínsa, historias de reyes que se sometían a las leyes, así como tratando de equiparar esa batalla legendaria con otro de los mitos fundacionales de Castilla; la Batalla de Covadonga. De modo que quizás la Batalla de Aínsa nunca ocurrió, al menos de esa forma, pero desde luego tuvo una enorme importancia en el subconsciente y en la propia política del Aragón histórico.

Suscríbete para seguir leyendo