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La cruzada contra la Corona de Aragón

En 1824, el papa Martín IV proclamó una cruzada contra la Corona de Aragón y su excomulgado rey Pedro III

Las relaciones de la Corona de Aragón con el papado fueron complejas.

Las relaciones de la Corona de Aragón con el papado fueron complejas. / EFE

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

A lo largo del tiempo el reino de Aragón y su monarquía tuvieron unas estrechas relaciones con el papado. Eso sí, fueron estrechas tanto para bien como para mal. Una y otra vez se han contado los viajes a la misma Roma de monarcas como Sancho Ramírez o Pedro II el Católico. El rey Sancho fue el segundo rey de Aragón, el primero que utilizó este título ya que su padre, Ramiro I, nunca lo hizo. Al fin y al cabo, era un hijo ilegítimo del rey Sancho III de Pamplona y recibió en herencia un pequeño y pobre condado en las montañas como era el de Aragón. Su hijo y sucesor no quería que nadie pudiera poner en duda ni la legitimidad de su trono ni del uso del título real, de modo que forjó una fuerte alianza con Roma con la que buscaba además la cierta seguridad que le podía dar en un momento en el que el pequeño reino aragonés estaba rodeado de poderosos vecinos y rivales. Por todo ello se marchó hasta la ciudad eterna en el año 1068 y se declaró a sí mismo y a su reino como vasallos de la Iglesia, siendo por ello y previo pago de una sustanciosa cantidad económica coronado como rey.

Algo parecido hizo Pedro II el Católico, quien también viajó a Roma en el año 1204, renovó el vasallaje, pasó por caja y fue coronado por el Papa. Aunque de poco le valió, pues unos pocos años más tarde, en 1213, se acabaría enfrentando –y pereciendo– en la Batalla de Muret a los cruzados que había enviado el mismo pontífice para acabar con los herejes cátaros, a los cuales estaba protegiendo el monarca aragonés. Su hijo y sucesor, Jaime I el Conquistador, trató de estar a bien con la Iglesia durante su largo reinado, entre 1213 y su muerte en 1276. Pero esa situación se acabaría rompiendo con su hijo, Pedro III el Grande de Aragón. Los tiempos habían cambiado, y este monarca decidió romper de forma pública aquel vasallaje de la Casa de Aragón hacia el papado, celebrando su ceremonia de coronación en la Seo de Zaragoza sin pedir ningún tipo de permiso al Papa para hacerlo. Fue el inicio de una relación no precisamente buena en la que Pedro III acabaría siendo excomulgado por el papa Martín IV, quien también decretó en 1284 una cruzada contra la Corona de Aragón para destronarle. ¿Cómo se llegó a esa situación?

Unos años antes, Pedro III de Aragón se había casado con Constanza de Hohenstaufen, hija del rey Manfredo de Sicilia. Por entonces, este reino no sólo comprendía la isla siciliana, sino también la ciudad de Nápoles y todo el sur de la península Itálica. Más tarde, el francés Carlos de Anjou invadió ese reino y destronó a Manfredo, todo ello auspiciado por un papado al que ya hacía tiempo que controlaba la monarquía francesa. De modo que cuando en 1282 los sicilianos se levantaron en armas contra los ocupantes franceses, acabaron pidiendo ayuda al monarca que estaba casado con la única heredera del ya difunto y destronado rey Manfredo. Es decir, su hija Constanza, esposa de Pedro III de Aragón.

'Pedro III en el Collado de las Panizas'.

'Pedro III en el Collado de las Panizas'. / EL PERIÓDICO

Este aceptó encantado, comenzando una guerra que se alargaría dos décadas y que provocó que el papa Martín IV, que como buen francés que era seguía los dictados marcados desde París, excomulgara al monarca de la Corona de Aragón. Pero no se quedó ahí la cosa, ya que en 1284 acabó convocando nada más y nada menos que una cruzada contra la Corona de Aragón para destronar a Pedro III. Así, el 27 de febrero de 1284, los derechos al trono de Aragón eran dados por el pontífice en París a Carlos de Valois, un hijo segundón del rey Felipe III de Francia. En los meses siguientes el monarca francés comenzó a preparar un gran ejército y una gran flota para iniciar la invasión de la Corona de Aragón al año siguiente y conseguir así convertir a su hijo en rey de Aragón.

La invasión se inició en la temporada estival del año 1285, y el ejército francés encabezado por el mismo Felipe III, avanzó por el Rosellón y entró en tierras catalanas hasta llegar a Gerona, a la que sometió a un duro asedio. Mientras tanto, la flota francesa, apoyada por una república de Génova siempre deseosa de hacer daño al comercio de la Corona de Aragón, consiguió establecer su base en la bahía de Roses, desde donde apoyaban desde el mar el abastecimiento del ejército sitiador. Así fueron pasando los meses hasta que por fin el almirante de la Casa de Aragón, Roger de Lauria, consiguió una doble y contundente victoria naval en las batallas de las Islas Formigues y de Roses que acabaron con la flota francesa. Gracias a ello, el ejército francés se encontró sólo y sin apoyo, siendo al poco derrotado en tierra por el rey Pedro III en la Batalla del Collado de las Panizas. La cruzada contra la Corona de Aragón acababa en un rotundo fracaso para los cruzados y con una gran victoria para un Pedro III que apenas pudo saborear las mieles de la victoria, pues moriría apenas unas semanas después. Aun así, había logrado salvar su trono y a su linaje.

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