ARTÍCULO DE FIRMA INVITADA

Los extranjeros en zonas rurales de Aragón

Raúl Lardiés Bosque

El fenómeno de las migraciones no solo tiene que ver con el control de fronteras, el levantamiento de muros o la deportación de los indocumentados, como vemos habitualmente en las noticias. Las migraciones tienen otra cara más amable y menos manipulable, aunque bastante silenciada y desconocida: la relacionada con el impacto positivo que los inmigrantes de origen extranjero generan en nuestros territorios, sobre todo en los rurales.

En Aragón, las personas empadronadas nacidas en otro país eran el 15,3% de la población total en 2022, y del total de ocupados, también representaban el 12,5% (INE). Son porcentajes que han ido aumentado en las dos últimas décadas, y particularmente en el último lustro.

Además, el 13,7% de los inmigrantes extranjeros empadronados reside en municipios rurales (menos de 2.000 habitantes), lo cual da idea del impacto demográfico de este colectivo. Únicamente hay que pasearse por pueblos de Aragón para ver personas de origen extranjero regentando pequeños comercios, niños en colegios, otros realizando tareas agrícolas o lidiando con trabajos domésticos y de cuidados, por no decir quién trabaja mayoritariamente recogiendo fruta, en granjas o en tareas de limpieza. ¿Y la apertura a la gastronomía internacional y a la innovación e intercambio de ideas que favorecen?

Me alegro cuando la población de los territorios rurales reconoce que muchas actividades económicas no se podrían mantener de no ser por la disponibilidad de mano de obra extranjera. Sin ellos, posiblemente, muchos puestos de trabajo se quedarían sin cubrir. Suelen ser los empleos más temporales, peor pagados, más peligrosos e inseguros, lo cual condena a estas personas a vivir en situación de vulnerabilidad.

¿Preferiríamos tener que ocupar nosotros esos empleos? Normalmente, los autóctonos mostramos escaso interés por ese tipo de trabajos, aun reconociendo que son necesarios. Esta característica, en la literatura académica se denomina mercado laboral ‘dual’, ‘de sustitución’, en lugar de ‘de competencia’. ¿Quién opina que los extranjeros ‘nos roban’ empleos? ¿Quién ve competencia?

Además, también hay muchos que atribuyen a los inmigrantes extranjeros la tarea y capacidad de poder ‘salvar demográficamente’ a muchas zonas rurales. ¿Y que sean ellos los que resistan la dura vida en los pueblos cuando nosotros, los ‘autóctonos’, no estamos dispuestos a hacerlo? ¿Es como si por haber nacido en otro país uno necesite menos servicios e infraestructuras para vivir, o esté dispuesto a hacerlo en zonas con peor accesibilidad, por ejemplo?

Es complicado evitar esta visión utilitarista que como sociedad tenemos del fenómeno migratorio, pero tendremos que ir aceptando que este ha venido para quedarse y habrá que convivir con él. La esperanza es hacer un planeta más igualitario y justo, evitando las desigualdades y desequilibrios entre países, para que menos gente tenga que dejar su país. ¡Qué suerte tenemos de haber nacido ‘en el lado bueno’ del mundo!