CRUCE DE CAMINOS

Marruecos amenaza la industria aragonesa

La inversión millonaria de Stellantis en Kenitra y la advertencia de Trox de deslocalizar su planta en Aragón encienden las alarmas

Vista aérea de la planta de Stellantis en Kénitra, Marruecos.

Vista aérea de la planta de Stellantis en Kénitra, Marruecos. / Stellantis

Ricardo Barceló

Ricardo Barceló

Marruecos amenaza a la industria del sur de Europa y más concretamente a España. Este país del norte de África emerge como uno de los grandes competidores en sectores tan relevantes como el del automóvil, que solo en Aragón da empleo a más de 25.000 personas a través de un ecosistema que se ha convertido en punta de lanza de la economía regional.

Pero ahora, la comunidad mira de reojo hacia el sur, más si cabe después de que Stellantis haya anunciado una inversión superior a los 300 millones de euros en su planta de Kenitra con los que espera duplicar su capacidad de producción y poner en marcha la plataforma smart car. Los planes de la multinacional en la región de Oriente Medio y África pasan por fabricar en esa zona un millón de vehículos al año en 2030. Palabras mayores. Allí se harán los coches de combustión que ya no se podrán producir en Europa a partir de 2030, como por ejemplo el Peugeot '208', cuya versión eléctrica se fabricará en Zaragoza a partir de 2024. 

Marruecos producirá los coches de combustión que ya no se podrán fabricar Europa a partir de 2030, como por ejemplo el Peugeot 208, cuya versión eléctrica se fabricará en Zaragoza a partir de 2024

Marruecos concentra alrededor de 250 empresas del sector de automoción, cuya capacidad ronda los 700.000 vehículos al año y suma unos 220.000 empleos. Allí han desembarcado fabricantes como Renault, que estrenó en Tánger su planta, y Stellantis, que comenzó a producir en junio de 2019. Además, la china BYD podría lanzar próximamente vehículos eléctricos.

Pero esta no es la única amenaza que planea sobre el sector industrial aragonés. Esta misma semana Trox, el fabricante alemán de sistemas de climatización, lanzaba una seria advertencia y despedía a 19 de los 248 trabajadores que integran la plantilla de su factoría aragonesa por la falta de acuerdo con el comité en relación al convenio colectivo. Además, anunciaba el traslado de una línea de producción de aluminio a una nueva factoría del grupo en Marruecos. 

No es la primera vez que la industria aragonesa tiene que batirse el cobre con otros países para tratar de mantener algunas plantas y sus empleos. Figueruelas se adjudicó el Opel 'Combo' tras el cierre de la fábrica portuguesa de Azambuja allá por el año 2006. También logró hacerse con el nuevo 'Meriva' en una dura pugna con la planta de Gliwice (Polonia), a pesar de los bajos costes laborales que existían en los países del Este de Europa en los albores del siglo XXI. Hubo otros episodios de relocalización de productos hacia el sector manufacturero aragonés gracias al trabajo realizado por las plantillas, agentes sociales e instituciones que pelearon para poner en un primer plano las ventajas competitivas de la comunidad. 

La globalización y la multilocalización obligan a una reinvención casi diaria en sectores que han de planificar su futuro a medio y largo plazo porque, de lo contrario, existe un claro riesgo de deslocalización de la producción hacia otros países. Es algo que ya ocurrió en el sector del cableado, que sumó más de 2.000 puestos de trabajo en Aragón cuando Delphi era considerada el santo y seña de la industria de Belchite y Tarazona. Estos fueron solo dos de los muchos municipios que sufrieron la profunda reestructuración de un sector que contaba en aquellos años con empresas como ACE Fujikura como grandes embajadoras. Aragón fue uno de los epicentros de esta industria, pero el paso de los años desplazó la actividad a los países del Este de Europa y a Marruecos, principalmente. Hoy, se mantiene esa amenaza para la industria.

El sector del cableado sumó más de 2.000 puestos de trabajo en Aragón cuando Delphi era considerada el santo y seña de la industria de Belchite y Tarazona.

Los bajos salarios en este país del Magreb --alrededor de 500 euros al mes--, el apoyo del Gobierno marroquí a la llegada de inversiones, la abundancia de mano de obra y de territorio, y su ubicación estratégica, con puertos como del de Tánger --punto clave en las rutas marítimas comerciales de Europa, América y por supuesto África-- hacen del país vecino un firme competidor.

Para hacer frente a este duro envite las empresas, los sindicatos y las instituciones deberían trazar un plan a futuro que pivote en la formación del capital humano y la generación de actividades de mayor valor añadido, con la investigación, una ingeniería más desarrollada y los elevados estándares de calidad como los grandes referentes de la industria aragonesa.

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