DELANTE DE TUS NARICES

Eloy Fernández Clemente

Daniel Gascón

Daniel Gascón

"Eloy se inventó Aragón", ha escrito Mariano Gistaín, y José Antonio Labordeta dijo muchas veces algo parecido. «Tenían 30 años y sacaron Andalán. Y empezaron a recuperar una Aragón tan alucinante como hermoso. Y la izquierda. Y la cultura», escribe Mariano Gistaín en la reseña de sus memorias. Eloy Fernández Clemente, que nació en Andorra y ha fallecido en Zaragoza a los 80 años, fue básicamente un ilustrado. Como buen ilustrado, cultivó la razón y las pasiones, editó enciclopedias, creó un círculo de amigos y defendió la libertad. Fundó Andalán, dirigió la Gran Enciclopedia Aragonesa y la Biblioteca Aragonesa de Cultura y dedicó una cantidad asombrosa de trabajo a figuras y acontecimientos de nuestra historia: de Nipho a Costa pasando por Antillón o Zurita.

Esa labor de rescate nos permitió conocer mejor lo que había sucedido y fue decisiva para investigaciones posteriores. Como ha escrito José Luis Melero, es el gran historiador de Aragón. A veces encuentras algo, buscas un poco, y ves que Eloy ya había pasado por ahí. Esa atención al pasado iba unida a la atención al presente. Fernández Clemente, que tenía vocación pedagógica, fue editor de mucha gente, y siguió siendo lector y comentarista de libros y artículos.

Tenía un carácter por lo general tranquilo y casi morigerado, pero engañaba: también poseía el arrojo y la energía de lanzar proyectos, la persistencia para impulsarlos, la capacidad de gestionarlos. Fue independiente y fue valiente cuando serlo tenía unos costes. Su obra es amplia y dispersa: como ha escrito Melero esa cualidad, ese aire torrencial, tiene que ver con su carácter generoso. La curiosidad puede ser una forma de afecto y Eloy era un ejemplo claro.

No fue soberbio; ha tenido discípulos y ha animado a trabajar. Le gustaba contar chistes malos: uno de un gallego que enseñaba gallego a chinos en Londres, por ejemplo. (Se casó con una gallega, Marisa; ya se sabe que es una combinación imbatible). Decía mi primo que era el mejor profesor de la carrera. Me regaló una novela de Andreu Martín; decía que le gustaba leer novelas policiacas en la bañera. Cuando acabé en la universidad me dijo: haz las oposiciones y luego a escribir. El consejo me pareció excéntrico y luego he pensado muchas veces que llevaba razón. Leía algo tuyo y escribía para comentarlo. Se despedía diciendo: Abrazos crujientes. Dio cariño a mucha gente y mucha gente lo quería. Nos hizo mejores, deja un hueco inmenso y lo echaremos mucho de menos.

Suscríbete para seguir leyendo