AL MARGEN

El suplicio del bus urbano

Marian Rebolledo

Marian Rebolledo

Cuando llevas mucho tiempo escribiendo columnas de opinión, hay temas que ya son recurrentes. Por ejemplo, el del mal funcionamiento del bus urbano de Zaragoza. Con la amenaza de otra huelga a partir del 18 de julio, esta vez por el cuadro de marchas, aquí hay dos cosas que son evidentes: que no existe diálogo entre los trabajadores y la empresa, y que nadie está mirando por la calidad del servicio que se nos debería prestar a todos los ciudadanos. Si usted es usuario del bus, dígame si no le pasa lo mismo que a mí: vas a la parada, y pone que el vehículo que esperas tardará 5 minutos. De pronto, se refrescan los horarios y pone que tardará 10. Caso insólito de vehículo que va para atrás. O ves que se acerca y, de pronto, cambia el rótulo de la línea por el generalista de Avanza, y el bus te pasa por delante de las narices sin parar. La aplicación funciona a días, la información de la marquesina es entre mala y horrible, y para colmo, como se supone que baja el número de pasajeros, hay menos frecuencias en verano. O no pasa ningún vehículo en 40 minutos (como ocurrió ayer con el 42 a media mañana a la altura del Miguel Servet) o pone que pasará en 10 minutos, los 10 minutos más largos de la historia, porque suelen ser 20. Yo soy fiel usuaria del bus, que es lo que se nos pide desde el ayuntamiento, dejar el coche en casa y tomar el transporte público. O sea, yo cumplo. Ahora bien, ¿qué hace el ayuntamiento para que el servicio no sea cada día peor? ¿De verdad tenemos que pasar por este empeoramiento de las condiciones tan escandaloso? Se supone que mañana se celebra la reunión entre los trabajadores, Avanza y responsables del área de Movilidad para ver si hay o no hay huelga. Pues nada, estaremos expectantes.

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