Paralización del entendimiento

Carmen Pérez Ramírez

Carmen Pérez Ramírez

Las lluvias inundan los suelos de las ciudades, anegan los campos dejando desastres, rastros de impotencia, imprevisibles acciones de la naturaleza, amenazantes pronósticos que acompañan a la población española con importantes incertidumbres. Además nos sentimos con una incapacidad inconcebible cuando vemos que los resultados de las urnas, en las últimas elecciones generales, no se están teniendo en cuenta por las fuerzas políticas. Deberían de ser los partidos más votados los responsables de entenderse y conciliar un futuro gobierno, eso sería lo que la población, en su mayoría, ha dicho. Los ciudadanos de un país democrático son poseedores de derechos civiles y políticos, participando en su destino: votar y ser votado. Estamos en una situación en la que la soberbia política, de una parte minoritaria de la población, se posiciona en el empeño de tener privilegios alterando las formas y las garantías constitucionales que están basadas en nuestra Constitución, las cuales son el reflejo de la voluntad popular. Significa que los verdaderos contenidos de esas garantías legalizan la efectividad de la democracia, funcionando como regla determinante de las funciones institucionales. Manipular y despreciar las competencias y procedimientos es un signo de autoritarismo que puede llegar a un profundo debilitamiento en el país, trazándose el camino para llegar a perder el estado democrático. En estos momentos somos testigos de un decaimiento a nivel político, social y económico que hará historia.

En nuestro país los grandes pilares se tambalean por el infortunio del establecimiento de poderes partidistas que ejercen el chantaje a cambio de conseguir prebendas para hacerse con un determinado poder fuera de las leyes establecidas, y lo más triste es que el Gobierno español, en funciones, acepta ese juego propio de países descompuestos. Nos preguntamos qué podemos hacer, ¿esperar a que siga lloviendo mirando como sube el nivel del agua o actuamos como Noé? Nada nos inspira para salir de este atolladero, lo siguiente es esperar cómo se construye esa especie de Torre de Babel, un mito bíblico en el que a los humanos por la soberbia de querer llegar a las alturas celestiales, cambiaron las lenguas de cada uno y produjeron un caos de entendimiento, haciendo imposible que se pusieran de acuerdo para continuar la construcción y la torre se desplomó. Una metáfora que describe la estupidez a la que puede llegar el ser humano.

Esta leyenda ancestral fue representada por numerosos pintores de todas las épocas, han sido fuente de inspiración para muchos, sobre todo para los arquitectos. En los museos nacionales es fácil encontrar alguna pintura que represente la Torre de Babel. La realizada en 1563 por Pieter Bruegel el Viejo es de las más conocidas, icónica imagen versionada multitud de veces. Una obra que sigue vigente por la falta de entendimiento que existe en momentos importantes de la humanidad. En nuestro caso quien gobierna tiene la responsabilidad para poder llegar a un entendimiento, descartando aquello que puede derivar en enfrentamientos por consentir fórmulas incompatibles con el sistema democrático español el cual hemos elegido.

Suscríbete para seguir leyendo