COSAS QUE PASAN

La amnistía como excusa

Margarita Barbáchano

Margarita Barbáchano

El significado etimológico de la palabra griega amnistía es olvido, condonación de los considerados delitos políticos, privación del acuerdo. Muy parecida en su morfología a la palabra griega amnestía, amnesia o pérdida de la memoria. Olvido de nuevo. La RAE habla de perdón de cierto tipo de delitos (nunca de sangre) que extingue la responsabilidad de sus autores. Así pues, amnistía en su acepción más moderna es sinónimo de perdón. Algo necesario para avanzar como personas individuales y como instrumento político (público).

Lo que resulta exagerado es que las hordas de la extrema derecha con sus amiguitos de cuadrilla (PP) manipulen la palabra para gritar, envolverse en la bandera española, insultar y armar concentraciones peligrosas provocando el odio y la ira de las masas violentas. Intentando con todas sus fuerzas enfrentar de nuevo a las dos Españas. Muy antiguo y manoseado. Todo.

Conviene recordar que en 1978 nos manifestamos en las calles con el grito en las gargantas de «¡Libertad, amnistía y Estatuto de Autonomía!». Más tarde en 2012 con Mariano Rajoy en la Moncloa se aprueba por ley esta herramienta (la amnistía) que tiene como objetivo que aflore y se recaude el dinero negro de la economía sumergida. Hacienda perdona a las personas que no declararon su patrimonio (todos ellos inmensamente ricos).

Sin olvidar también los numerosos delitos que se dieron durante el franquismo y se quedaron en el olvido gracias a la Constitución de 1978, que dejó fuera esta figura creando un vacío legal.

En 2018 llegó el ministro de Economía y Hacienda, Cristóbal Montoro y su escandalosa y silenciada Amnistía Fiscal a la que se acogieron en un pis pas más de 3.000 personas físicas y jurídicas. Buena parte de estos afortunados con sus negocios camuflados en paraísos fiscales. Algunas de ellas salieron a la luz como el exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato y su campanita alegre anunciando el subidón de sus acciones ante las cámaras.

Con esta amnistía no se recaudó todo lo esperado, sólo 1.191 millones de euros; la mitad de lo previsto según los técnicos de Hacienda. La codiciada lista de agraciados nunca se publicó (ni Pedro Sánchez se atrevió), pero sí sabemos que cuatro familiares del entonces rey Juan Carlos I se acogieron a la amnistía fiscal de Montoro. Y también sabemos que el emérito planeó regularizar sus cuentas con el fisco y evitar una acusación fiscal por comisión de un «presunto» delito fiscal. Se presumía, antes de blanquear al rey, que ocultó grandes cantidades de dinero y bienes inmuebles.

Tras el debate de investidura Pedro Sánchez ha sido reelegido presidente. Un hombre que con su tesón de deportista ha ganado practicando la negociación. Es decir, el arte de la política. Ahora, todos pendientes de esa ley de amnistía que no es tan mala como la pintan los que han perdido. Y que como vemos se ha usado en variadas ocasiones con distintos fines y objetivos.

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