SEDIMENTOS

Turismo sostenible

Carmen Bandrés

Carmen Bandrés

Es posible morir de éxito? La contundente respuesta podría llegar desde afamados destinos turísticos en los cuales el coste de la vivienda, sea en compra o alquiler, impone que tanto el propio personal autóctono como trabajadores foráneos recurran a remedios tan exóticos como sobrevivir en furgonetas aparcadas en la vía pública. El caso de Palma de Mallorca es paradigmático, pero el territorio aragonés no se libra de ejemplos similares, con precios desorbitados e inalcanzables para el común de los mortales, o más sencillamente, imposibilidad para absorber el elevado número de visitantes recibido, en ocasiones concentrado en épocas muy concretas del año, hasta el punto de ser necesario «poner puertas al campo», como sucede en Ordesa cuando se rebasa el aforo máximo fijado por la normativa del Parque; o como se postula desde ciertas iniciativas privadas para beneficiarse económicamente de la popularidad de algún enclave privilegiado. De semejante invasión se deriva así mismo una elevada probabilidad de deterioro patrimonial y del medio ambiente, sobre todo cuando la presión es tan desmesurada e incontrolada, lo que para los gestores responsables puede significar, en definitiva, la muerte de la gallina de los huevos de oro. El turismo es una poderosísima fuente de riqueza; mucho más aún, lo es de comunicación, intercambio cultural y enriquecimiento personal, tanto para el visitante como para el visitado. España sabe mucho de eso, pues el turismo estimuló desde la década de los sesenta un profundo cambio en el ser y sentir nacional. Ahora, también estamos en camino de aprender cómo construir un turismo de verdad sostenible, fundamentado en la previsión, planificación adecuada, seguridad jurídica, asignación equilibrada de recursos y, sobre todo, consenso. No se puede llegar muy lejos sin el acuerdo de todas las partes.

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