EL MIRADOR

El riesgo de andar por la calle

Carmen Pérez Ramírez

Carmen Pérez Ramírez

Las personas con discapacidad visual afrontan una enfermedad muy difícil de gestionar. Estuve al lado de mi padre en el proceso de su pérdida de visión, y recuerdo lo duro que fue para él y para la familia. Pasaron los años y mi reflejo, cuando caminaba por la calle y oía el clic-clac de un bastón, me hacía mirar para dar espacio, era un gesto común en esa época, estaba muy asentado entre los viandantes. Las aceras, generalmente siempre han sido espacios protegidos para los peatones. Lamentablemente eso ha cambiado hacia un ámbito de riesgo desde que se cedieron para aparcar motos, patinetes, bicicletas y mesas con sillas sueltas, dentro y fuera de terrazas. Recordamos que esas terrazas, que dejan pequeños pasillos para andar, se pusieron como prevención de contagios, cuando la pandemia de covid, pero se han convertido en algunos casos en pequeños corrales ocupando espacios públicos que afectan el tránsito del peatón y de la circulación rodada para el exclusivo beneficio del gremio hostelero. La población se ha duplicado y habría que adaptar las terrazas llevándolas a espacios abiertos fuera del tránsito.

El riesgo de andar por las aceras es un hecho probado. Ocurre que en más de una ocasión, al salir del portal de casa, una bicicleta o un patinete pasan a un palmo en el momento que echas a andar. Los semáforos en verde para los peatones siempre han sido una señal de confianza y seguridad, pero ahora no la tienen, significa que puedes pasar pero no debes porque, en ese momento, viene a una velocidad endiablada un patinete o una bicicleta. Ese mirar a izquierda y derecha por la afluencia de estos aparatos con ruedas, que no suelen respetar el código de circulación y se convierten en armas arrojadizas, es algo que se necesita regular y diría que cuanto antes. La nueva ordenanza de Movilidad de Zaragoza contempla el uso obligatorio del casco en los patinetes. Proteger y protegerse de causar o causarse un accidente siempre ha sido una norma implícita en el código de seguridad vial y está por encima de intereses epicúreos, más aún, sería una buena norma que los ciclistas los llevaran también; la velocidad que alcanzan estos usuarios por avenidas y calles de la ciudad, sorteando vehículos es alta y arriesgada.

Para las personas invidentes o con movilidad reducida, salir a la calle es una situación complicada por la cantidad de obstáculos que se pueden encontrar, facilitar, priorizar lugares seguros para los viandantes es un derecho irrefutable. Si añadimos la mala actuación de los que dejan «cinco minutos» el coche en un paso de cebra o encima de la acera, de los que se levantan de las terrazas para fumar en el estrecho pasillo que queda, de las furgonetas que aparcan y dejan la puerta abierta, sin control, ocupando el espacio peatonal, desde luego que andar se convierte en algo temerario. Sería necesario que la nueva ordenanza sea sostenible, facilitando que los vehículos de dos ruedas tengan zonas suficientes de aparcamiento, ayudaría a conseguir un mejor resultado de las normas que conllevará el programa de Movilidad. Hacer asiduamente campañas de concienciación publicitando, por los diferentes medios de difusión, la necesidad de respetar las normas para una mejor convivencia ayudaría a solventar muchos problemas y accidentes.

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