Opinión | sala de máquinas

El eco del crimen

En los últimos meses he leído varias novelas ambientadas en los Pirineos. Dándose la circunstancia de que no son historias de amor o relatos históricos, sino puras novelas negras. Como si, de repente, varios autores hubieran coincidido en contemplar la cordillera desde las negras sombras de la intriga criminal.

A los muy recomendables títulos de Pirineos noir de María Pérez Heredia o Lucía de Bernard Minier, hay que añadir ahora El eco de las sombras de Txemi Parra (HarperCollins), cuya trama transcurre en Jaca, en el balneario de Panticosa, en las estaciones aragonesas de esquí y en algunas poblaciones francesas de la vertiente norte, colmo Oloron o Tarbes.

El eco de las sombras plantea el esclarecimiento de la desaparición de una mujer que fue vista por última vez subiendo en telesilla hacia una zona de ibones en un día de niebla. Sus relaciones con otras personas de su entorno irán dando pistas a la Guardia Civil, con el fin de ir cerrando el círculo de posibles sospechosos de un crimen. Entre los investigadores destaca un curioso personaje, el cabo Simón Ventura, asignado a la unidad del Centro de Adiestramiento Especial de Montaña. Hombre solitario, dotado de un sexto poder para la pesquisición, parece arrastrar un enigmático y conflictivo pasado, cuyos secretos aparenta compartir tan solo con su perra, Alejandra, con la que mantiene una relación casi humana. Será Ventura quien en mayor medida se involucre en el caso y quien más se acerque a su solución final, extraordinaria pero lógicamente enrevesada (lo que hará las delicias de los lectores del género).

La novela reúne a una larga serie de personajes bien trabados y relacionados entre sí por vínculos secretos derivados de sus relaciones laborales, personales o íntimas. Un enigma sostenido hasta el final por el habilidoso guión, un ritmo narrativo moderno y ágil, propio de un thiller, y esa sugerente ambientación a la que en principio me refería. Con unos Pirineos donde el poder, el crimen y la sombra del mal se dan la mano con los ecos del valle, acechando a vidas inocentes y a otras que, a tenor de sus maquinaciones, no debían serlo tanto.

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