Opinión

El triángulo virtuoso de Aragón

Localización, capital humano y energía emergen como grandes palancas de desarrollo de una comunidad que debe huir del halago y dar solución a problemas inaplazables

Las maquinas trabajan para despejar el terreno donde se levanta la macronave logística de Zara.

Las maquinas trabajan para despejar el terreno donde se levanta la macronave logística de Zara. / El Periódico de Aragón

El problema de los halagos es que pueden tener un efecto perverso, pues en ocasiones impiden ver la realidad con nitidez, evitan hacer autocrítica o dejan aparcados problemas que, a la larga, terminan por pasar factura. Aragón está demasiado acostumbrada en los últimos tiempos a ver cómo grandes multinacionales tecnológicas del sector de la logística y del automóvil ponen sus ojos en un territorio que transitó durante muchos años por la senda de la irrelevancia. Hoy, en cambio, los anuncios de inversiones se suceden (afortunadamente) gracias a la tenacidad mostrada en las últimas décadas por gobiernos autonómicos de distinto signo político y, sobre todo, al trabajo realizado por el Ejecutivo de Javier Lambán, que fue clarividente a la hora de determinar la hoja de ruta a seguir para poner a Aragón en el primer plano.

La crisis económica de 2008 fue un duro golpe para el tejido productivo tras la luna de miel que la comunidad vivió durante la Expo. Pese a ello, la realidad demostró que ese logro no era solo un espejismo sino que había mimbres más que suficientes para reivindicarse como una tierra de oportunidades. Las sucesivas recesiones fueron difíciles de digerir pero aportaron aprendizajes que sirvieron para encarar el futuro con confianza. La primera y más importante de esas lecciones fue que la mejor receta para crecer, de una forma sólida y sostenible, era a través de los recursos propios, de las virtudes y los intangibles propios del territorio. La localización geográfica, el capital humano, la energía y el agua han sido el mejor activo de Aragón. Siempre lo fueron, pero nunca se terminó de creer lo suficiente en su potencial. 

La mejor receta para crecer, de una forma sólida y sostenible, es a través de los recursos propios, de las virtudes y los intangibles propios del territorio

El gran anuncio de esta última semana ha sido la apuesta de Inditex por convertir a Zaragoza en el epicentro de su logística mundial. La capital albergará dos de los cinco centros globales de distribución que el grupo tiene en todo el mundo. Más de 1.500 empleos, una nave de 285.000 metros cuadrados y 600 millones de inversión dan una idea de la magnitud del proyecto. La decisión no es un capricho sino que está muy meditada y estudiada por el líder mundial de la moda, un prescriptor de primer orden que hace que todos los focos vuelvan a apuntar a Aragón. Resulta complicado imaginar qué impacto puede tener esta apuesta estratégica del gigante textil, pero echar la vista atrás y ver qué evolución ha tenido el primer centro del grupo en Plaza y en la economía regional permite tomar cierta perspectiva y hacerse una idea.

Aragón tiene ese don de la ubicuidad. Su localización privilegiada es solo un vértice del triángulo virtuoso, que tiene en la energía otro de sus vectores de desarrollo. La capacidad de producir electricidad a través de fuentes renovables emerge como otra de las palancas de desarrollo e inversión de grandes compañías.Sobre ese extremo de la ecuación pivota, precisamente, la llegada de nuevos proyectos como la gigafactoría de Stellantis (aún por confirmar) y los centros de datos de Microsoft y Amazon, ya una realidad. 

El tercer hito de la fórmula del éxito es el capital humano. Aragón tiene una extraordinaria cantera de profesionales, directivos, trabajadores y estudiantes que conforman el presente y futuro de la comunidad. Sin embargo, la mina de oro se agota. El impulso de la economía y el vigor del mercado laboral ha subrayado la escasez de empleados cualificados y menos cualificados, algo que limita las posibilidades de desarrollo de la comunidad.

Aragón, en definitiva, dibuja un escenario propicio para el halago, pero corre el serio riesgo de no reparar en algunas de las fallas que tiene delante de sus ojos. De poco servirá mirarse en el espejo del éxito si no se pone remedio a algunos de los problemas (algunos graves) que acechan a la comunidad

Quizá el más importante sea la falta de trabajadores para dar respuesta a una demanda creciente de las empresas. Ese hándicap ya condiciona las decisiones de inversión de muchas empresas que miran a Aragón. La fuga del recurso energético para abastecer proyectos en otros territorios también está en el ojo del huracán. Pero hay más. El agua y el desarrollo de infraestructuras de todo tipo capaces de propulsar el crecimiento de Aragón son factores también determinantes.