Opinión | EL TRIÁNGULO

La que se avecina

Si la política es un sistema de equilibrios estos aún son más complejos cuando se trata de tierras catalanas

Cataluña vuelve a revolucionar el panorama nacional. Afortunadamente, esta vez dentro de la legalidad aunque siempre con la conveniencia política en el punto de mira. El adelanto electoral parece originarse en la incapacidad del president Pere Aragonès para aprobar los presupuestos. Se ha cansado y se ha hecho un Sánchez. La cita con las urnas será el 12 de mayo.

Si la política es un sistema de equilibrios estos aún son más complejos cuando se trata de tierras catalanas. Los intereses entre la izquierda y la derecha, los nacionalistas y los independentistas y los más o menos presentes en Madrid convierten la política catalana en un terreno pantanoso. En esta ocasión es difícil saber el porqué del adelanto de los comicios. Nadie se pone de acuerdo en qué ha pesado más: las negociaciones de los presupuestos catalanes o los españoles, impedir que Puigdemont sea candidato, capitalizar la recién aprobada ley de amnistía o devolver el referéndum de independencia a la agenda política. También sobrevuela otra teoría sobre un posible pacto entre Aragonès y Sánchez en medio del 'caso Koldo' y las tensas negociaciones entre el PSOE y Junts para sacar adelante los presupuestos generales. Incluso tampoco le viene mal al propio PP con la supuesta corrupción del novio de Ayuso por la venta de mascarillas en plena ebullición. O quién sabe si la razón es la más sencilla de todas y el adelanto electoral responde únicamente al rechazo al proyecto de un gran casino en Tarragona que crispa a los comunes y les confronta con el PSC y ERC.

Sea lo que fuere, lo que casi todos creen es que Salvador Illa hará un buen papel para el PSOE de Sánchez y el PP lo tendrá muy complicado para salvar los muebles. La gobernabilidad ya será otro cantar tanto en Cataluña como en Madrid. Cómo afectará la representación autonómica en las decisiones de la Moncloa lo sabremos a partir del día 13 y nadie duda de que podría cambiar aún más el talante de ciertos responsables políticos a la hora de encarar cualquier negociación. Los que hasta ahora solo exigen y ponen trabas podrían crecerse ganen o pierdan, porque en el primer caso se sabrán poderosos y en el segundo estarán rabiosos; en los dos, pagarán el pato en la capital española.

Así que pase lo que pase, los problemas del vecino del quinto piso vuelven a eclipsar las reuniones de toda la comunidad. El edificio entero se ve obligado a estar pendiente de lo que pasa o no en la casa del susodicho mientras tiene otros tantos conflictos abiertos en otras tantas plantas. Sin embargo, el vecindario está tan acostumbrado a prestar atención al vecino pesado que acaba hastiado y quitándole importancia a lo que ocurre. Veremos si no acaban como los de La que se avecina.

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