Opinión | SALA DE MÁQUINAS

El amor y el juego

La colección Austral Esenciales ha rescatado la vieja traducción de Rafael Cansinos Assens de El jugador de Dostoievski, y esa ha sido la excusa perfecta para volver a leer esta pequeña, o muy grande obra maestra.

Lo es, fundamentalmente, por la extraordinaria vida que siguen emanando todos los personajes a los que el autor invita a reunirse hacia mitad del siglo XIX (la novela es de 1866) en un balneario de ficción, pero que perfectamente pudo haber estado inspirado en el de Wiesbaden.

El propio Dostotievski jugó allí, en sus mesas, en sus ruletas, apostando con la misma pasión, incluso con el loco frenesí con que algunos de los apostadores de su novela llegaron a perder cualquier atisbo de control frente al mágico tapete entre cuyas casillas rodaba una dorada bolita.

En el argumento de El jugador, Dostoievski complicará, junto a la adicción al juego y el estudio de la ludopatía en muy diferentes personalidades y temperamentos, una de esas historias amorosas suyas que siempre nos deja descolocados, pues nunca acabamos de adivinar cómo van a terminar, por qué esos amores se rompen, o se anudan y se vuelven a deshilachar en medio de una ola de inseguridad que, a menudo, se confunde con el suspense, con la intriga. Sin embargo, el hecho de que las criaturas dostoievskianas sean siempre intrigantes no se debe tanto a los trucos argumentales como a su propia naturaleza, en la que el escritor ruso bucea como en un mar negro, desconocido, alumbrando con la razón, o más bien con el corazón, valles que eras simas y simas que al final se revelaban valles... La apariencia, por ejemplo, de la vieja condesa que encontrará en el casino la pasión por el juego y, al mismo tiempo, el drama de su ruina económica, será la de una gran dama en la plenitud de su edad, inteligencia y dominio sobre su corte familiar, pero el veneno del juego la alterará de tal forma que en pocas horas se transformará en una persona muy distinta, capaz de cometer las mayores locuras, y de jugarse y perder hasta el último kopec y pagaré.

Una novela prodigiosa sobre dos pasiones que a veces se confunden; el amor y el juego.

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