Opinión | al trasluz

Bochorno

Como en tantas otras ocasiones comienzo consultando a la RAE no vaya a ser que la palabra elegida para dar título a este espacio no sea la que mejor refleje la idea que pretendo transmitir. El diccionario dedica las tres primeras acepciones del término bochorno al calor sofocante que parece prometer tormenta pero que, a menudo, se queda sólo en un anuncio engañoso. También, y por extensión, se incluye el efecto provocado por ello. Llego hasta la cuarta entrada que define el vocablo, encuentro «desazón o sofocamiento producido por algo que ofende, molesta o avergüenza» y sí, era eso.

Me sirve y ayuda bochorno para comunicar la sensación en la que muchos vivimos en lo que ya va camino de dos semanas. La mezcla de vergüenza ajena con la desagradable sensación de que hay quienes nos toman por tontos ha hecho palidecer al resto del acontecer de la res pública. Ciertas cosas -expresiones, actitudes u omisiones-, se pueden perdonar, algunas otras se deben perdonar, pero también las hay imperdonables y que, por tanto, difícilmente caen el olvido. A medio camino entre el folletín por entregas y el sainete, lo vivido en estos días atrás supera cuanto podíamos imaginar.

Si Valle-Inclán levantara la cabeza... ¡Han hecho pequeño su esperpento! ¡Quién se lo iba y nos lo iba a decir! No sería raro que el maestro hubiera dedicado una de sus obras a retratar tan reflexivo retiro, ni siquiera sería necesario distorsionarlo, mostrado desnudo, sin retorcimiento ni adorno es por sí suficiente para no perder de vista la España del esperpento. Quizás hubiera podido dividir en escenas la obra, algo como: Capítulo 1º: la carta; Capítulo 2º: el entreacto; Capítulo 3º: la decisión y Capítulo 4º: más de lo mismo o todo para nada. Pero dejo al maestro tranquilo en su descanso.

Creo que es de justicia reconocer al autor, y protagonista a un tiempo, del original libreto impuesto en contra de nuestra voluntad y del más mínimo sentido común su capacidad constante de superación. Superación ante la adversidad de elecciones internas y externas que no acaban de darle el lugar que merece pero que, pese a ello, contra viento y marea logra siempre (al menos hasta ahora) no sólo mantenerse a flote sino dirigir la flota. Superación imaginativa capaz de integrar tantos giros de guion como la más aclamada de las series televisivas. Al margen de bromas que son veras, estoy segura de que una vez que abandone la política, o de que la política le abandone a él, podría comenzar una fulgurante y exitosa carrera como guionista.

Aptitudes y actitudes no le faltan: jugar con el efectismo; mantener en vilo al personal; saber prescindir de desenlaces innecesarios por clausuradores con la maestría de dejar la puerta entreabierta a posibles e inesperados quiebros en el argumento no son sino algunos de los méritos que acompañan a quien nos gobierna. Dicho eso, supongo que quienes comparten cuota de poder habrán aprendido la lección de que el protagonismo está copado y que ahora lo coral no se lleva. Ya me gustaría que no fuera así pero temo que esto to be continued.