Opinión | SALA DE MÁQUINAS

María Suré

La novela negra española viene dando muy interesantes nombres, algunos tanto como el del María Suré. Una escritora salmantina que destaca por su capacidad para urdir tramas de género y narrarlas con fluidez y amenidad, seduciendo al lector a base de variados y eficaces recursos.

Su nueva novela, Sueños entre cenizas (publicada por Maeva, un sello con instinto para descubrir talentos), gira en torno al asesinato de una joven universitaria que mantenía un romance con su profesor de historia. La escena del crimen deparará demasiadas preguntas sin respuesta. Tantas, que los policías del Grupo de Homicidios deberán emplearse a fondo. En especial, una pareja de investigadores –Runa Ostberg y Rodrigo Melgar–, a los que María Suré sacará mucho partido, proporcionándoles, además de la debida competencia profesional, vidas privadas que asimismo merecen contarse y leerse.

El thriller irá cogiendo ritmo a medida que la autora nos introduzca en el laberinto de los sospechosos, creando una serie de inquietantes personajes que, en principio, nada tienen en común, pero que, al paso de los capítulos, se irán revelando conectados por elementos que cimentarán la novela sobre un profundo misterio.

Particularmente hábil se muestra la autora en la elaboración de personajes singulares, raros, únicos, «tipos» que captan la atención para reaparecer con fuerza en sucesivas oleadas de tensión. ¿Ejemplos? Bastantes, porque el elenco de Sueños entre cenizas es amplio y bien repartido. Familiares de la chica muerta residentes en la Albufera, en apartadas alquerías donde parece haberse detenido el tiempo y no regir ley alguna; mafiosos rusos radicados en la costa levantina que nos abrirán sus mansiones para que podamos conocer cómo funcionan sus organizaciones, quiénes las dirigen, de dónde proceden sus fortunas, cuáles son los premios a los leales y los castigos a los violadores de los códigos; vecinos, profesores, ciudadanos de Valencia en apariencia impecables, ejemplares, pero que ocultan vicios, tendencias, anhelos más próximos a la violencia que el amor, al delito que a la convivencia...

Pero, sobre todo, por encima incluso de los muy verosímiles diálogos, de la puntillosa documentación y de las sugerentes escenas eróticas, lo que María Suré sabe hacer es contarnos con oficio una buena historia.

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