"Veo en vuestros ojos el mismo miedo que encogería mi propio corazón...". La frase es de Aragorn a los ejércitos de la tierra media en su arenga ante la Puerta Negra de Mordor en El Retorno del Rey. Un ejército de zaragocistas también se dará cita hoy en el Ciudad de Valencia, un desplazamiento sin precedentes en Liga: 11.000 aficionados. En los 92 autobuses que ha fletado el club y en los coches que pondrán rumbo a Valencia, también en el corazón y en el sentimiento de una ciudad que contiene la respiración por seguir viendo a su equipo en la elite, se dan cita la ilusión y el deseo de que Aguirre y sus chicos acaben de sellar la permanencia ante un Levante que no se juega nada y que va a ser observado con lupa por el poderoso eco que los maletines de la última jornada.

La victoria es el pasaporte seguro, el indudable, mientras que el empate podría ser suficiente si Deportivo o Getafe pierden, aunque mejor ni mirar esas tablas. Sin embargo, la derrota es el billete al infierno. Así, esas toneladas de ilusión en los aficionados, de responsabilidad de los jugadores, también derivan hacia el miedo, al temor, porque el Zaragoza se juega su presente y su futuro a una carta, en 90 minutos.

UN ANTES Y UN DESPUÉS La pesadilla y la agonía de esta temporada deben marcar un antes y un después en el Zaragoza, también la movilización masiva del zaragocismo, que está arropando como nunca a su equipo, porque es consciente de que el descenso es un descalabro de consecuencias devastadoras. Es la ruina total, el desastre económico, la oscuridad, sí, el mismo Mordor. Por eso, la afición ha hecho un ejercicio de responsabilidad sobresaliente, ha aparcado, que no olvidado, críticas, y ha mirado a un equipo comandado por Javier Aguirre que también ha puesto todo el empeño, el espíritu y el corazón en la empresa. No sobra talento en esa plantilla, mucho menos gol, pero las ganas y la profesionalidad se cuentan por toneladas. Ojalá Agapito Iglesias hubiera hecho un ejercicio de responsabilidad solo similar al que ha realizado la afición o el vestuario....

El infierno, tras tragar en sus fauces a Almería y Hércules, tiene una víctima por asignar. Hasta seis equipos tratan de evitar ser el elegido. Y los otros cinco --Mallorca, Osasuna, Real Sociedad, Getafe y Deportivo-- miran al Zaragoza, porque es el que ocupa puesto de descenso antes de que el balón eche a rodar. Lo han mirado en demasía y también han hablado demasiado sobre el partido en el Ciudad de Valencia.

Es difícil entender tal cascada de declaraciones con insinuaciones, aunque aún más difícil es explicarse que alguna proceda de un expresidente del Zaragoza como Zalba. El Levante ya ha logrado sus objetivos, como también el Valencia, rival del Deportivo, o el Villarreal, enemigo de Osasuna, pero se siente vigilado, como si todos los maletines del mundo, los que se dan por ganar y los que se reciben por perder, fueran a tener su confluencia en Orriols.

Hasta tuvo que emitir un comunicado para que no se dudase de su honorabilidad... El conjunto granota lleva un mes con la permanencia virtual en la mano y la matemática la firmó hace una semana. Y ha pasado estos días entre cenas y fiestas, porque además el presupuesto más bajo de Primera merece celebrar por todo lo alto esa permanencia.

Los rivales han intentado con sus palabras aumentar la presión del Levante antes de la cita, pero el Zaragoza tiene que obviar todo eso. La quiniela es fácil. Se trata de ganar. Y punto. Por huevos, como diría Aguirre, por intensidad, porque hay mucho en juego, por los 11.000 aficionados que estarán en las gradas, por una ciudad y una comunidad enteras, por un sentimiento, por el futuro de un club... Demasiados motivos, verdad. Todos más valiosos que cualquier prima. Aguirre, auténtico motor de la permanencia que se puede cerrar hoy --solo hay que recordar cómo estaba el equipo cuando él lo cogió--, se jugará la última carta con un equipo muy parecido al que derrotó al Espanyol. Es probable que asome Paredes en el lateral zurdo. Ese sería el único cambio.

Lo importante, con todo, es que los once futbolistas que salgan se dejen el alma para que el Zaragoza pueda sentirse de Primera a medianoche. Está en su mano, como también lo estaba en Mallorca hace tres años y falló. Ahora no puede volver a hacerlo, porque las consecuencias serían mucho más trágicas. "Pudiera llegar el día en que una horda de lobos y de escudos rotos rubricara la consumación de la edad de los hombres, pero hoy no es ese día. En este día lucharemos". Aragorn levantó su espada y el zaragocismo enciende su corazón. No, hoy no puede ser ese día. Hoy ha de ser un gran día.