REAL ZARAGOZA

"Pelé nos dejó una impresión fenomenal"

El defensa Ángel Royo y el capellán Juan Antonio Gracia recuerdan la visita de Pelé a La Romareda. "Era un fuera de serie y muy normalico como persona", dice el exjugador

Nino Arrúa, Pelé, Carriega y Violeta, en La Romareda.

Nino Arrúa, Pelé, Carriega y Violeta, en La Romareda. / SERVICIO ESPECIAL

«El jueves estaba con un sobrino-nieto y me preguntó, ‘¿has visto jugar a Pelé?’ Claro, ¡y jugué contra él!», cuenta Ángel Royo, uno de los once titulares del Real Zaragoza que se enfrentó al Santos de O Rei en La Romareda el 3 de septiembre de 1974. «Nos metió un gol de falta que nos dejó anonadados. Parecía que le iba a pegar para un lado, le dio para el otro, le pegó con el pie al revés y nos dejó con la boca abierta», recuerda este zaragozano.

Aquel partido pasó a la historia por otro motivo, por el momento en el que Ovejero, intentando evitar uno de los goles del Santos, derribó una de las porterías de La Romareda y el partido se detuvo hasta que la arreglaron. «En una jugada vi que presionaban a Arrúa y yo me fui hacia el círculo central para pedírsela. Tardó un poco y luego me la dio cortita. La robó nada menos que Pelé, que le pegó con efecto hacia la izquierda, donde estaba Clayton, un extremo izquierda que era una flecha. Nieves empezó a salir y yo me fui directo hacia la portería para tratar de salvar el gol. Se la picó por encima y se quedó mi duelo con el balón y la portería. Intenté sacarla medio de cuchara, de chilena..., qué sé yo... Pero me llevé la red, los palos y todo. Me enganché en la red y el travesaño casi me cayó en la cabeza. Vino Nieves y se quedó perplejo mirando mientras yo le decía: ‘¡Levántame el travesaño para poder salir!’», rememoraba Ovejero en una entrevista con este diario.

Esos minutos de parón fueron aprovechados por jugadores y aficionados para hacerse fotos y para hablar con el astro brasileño. «Estuvimos comentando lo de la portería. Pelé me dijo que en la vida había visto una cosa igual. Pues yo tampoco, le contesté», rememora Royo. Una conversación breve pero de calado. «Nos dejó una impresión fenomenal, muy grata. Como jugador era algo fuera de lo normal, tenía algo especial. Y eso que ya era su despedida. Pero, además, era un hombre educado, majo, muy normalico para la figura que era, más sencillo que para qué», añade Royo.

El balón y la Virgen

Este lateral se las había visto con Amancio, Cruyff y otros grandes de la época y también le tocó medirse a Pelé. «Como no nos jugábamos nada, no salió nadie a defenderle en concreto. Cuando venía por mi banda pues tenía que cogerlo yo», explica. El zaragozano se llevó el balón del partido a casa como recuerdo, pero enseguida lo dio. «Me lo pidió el presidente Zalba, que era aún más forofo que yo, y se lo di», indica.

Después llegó otra de las imágenes icónicas que dejó el fugaz paso de Pelé por Zaragoza, además de una Romareda llena y el astro sacado a hombros, el momento en el que el brasileño recibió una Virgen del Pilar. «La idea no fue mía sino del club, del presidente José Ángel Zalba, que tenía relación con Brasil. Llevó la Virgen al vestuario y me pidió que la bendijera y se la entregamos a Pelé fuera del vestuario, en las escaleras que salen al césped», recuerda Juan Antonio Gracia, capellán del club.

Camino de los cien años, el sacerdote recuerda con lucidez el momento. «Le hablé de la Virgen, que es reina de la Hispanidad, y le dije que la bandera de Brasil es una de las que están en el Pilar porque la Hispanidad comprende Latinoamérica e Iberoamérica, un total de 33 países». Al cabo de los años, Pelé acabó subastando esta talla. «Me pareció fenomenal, qué mejor que la Virgen pueda ayudar a alguien que lo necesita», señala Juan Antonio Gracia.

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