Real Zaragoza

Se veía venir. El retroceso del Real Zaragoza

La derrota en Ferrol confirma la reducción de un Real Zaragoza azotado por las bajas y estancado en su fútbol

Alejandro Francés se lamenta en el suelo durante el partido disputado el pasado lunes en tierras gallegas ante el Racing de Ferrol.

Alejandro Francés se lamenta en el suelo durante el partido disputado el pasado lunes en tierras gallegas ante el Racing de Ferrol. / Carlos Gil-Roig

Jorge Oto

Jorge Oto

Llevaba el Real Zaragoza semanas flirteando con una derrota que finalmente llegó el lunes en tierras gallegas. El dominio de las dos áreas del equipo aragonés y su efectividad ofensiva habían camuflado la reducción de una escuadra con menos fútbol que en unas primeras jornadas en la que se quitaba adversarios de encima a base de golpes en la mesa que asustaban al más pincho. Pero aquella jerarquía ha dado paso a cierta incapacidad para sobreponerse y adaptarse a las adversidades que, principalmente en forma de lesiones, han ido minando la solidez del todavía líder.

La pérdida de Nieto ha hecho mucho daño. La baja añadida de Lecoeuche ha obligado a Escribá a improvisar un lateral izquierdo que nunca ha sido Francés. Primero fue Gámez y después Borge, pero la inconsistencia del primero y el baile con la más fea (Carlos Vicente) del segundo no han hecho olvidar a Nieto.

Pero más daño si cabe ha provocado la pérdida de Francho. La sombra del canterano está siendo demasiado alargada para un equipo en el que muchas cosas dejan de tener sentido sin el zorro.

De hecho, el rombo es historia. Lógico cuando ese dibujo exige interiores de gran recorrido, esfuerzos continuos y un gran despliegue físico. Con Francho a la derecha de Marc, Escribá tenía asegurado trabajo de área a área y constantes ayudas tanto al mediocentro como al lateral, además de llegada. Ese despliegue es lo que había provocado que el técnico decidiera ubicar a Mesa en el otro interior dejando a Moya, al que le cuesta más ir hacia atrás, en la mediapunta, intercambiando, así, las posiciones probadas durante la pretemporada.

Sin Francho, pues, el rombo deja de tener un sentido que, tal vez, también se reduce en el 4-4-2 en línea que el entrenador valenciano mantiene como sistema de cabecera. Viene optando Escribá por extremos a pierna cambiada (salvo en Ferrol, donde Valera actuó de inicio en la izquierda) y un doble pivote mixto en el que Moya siempre es fijo (solo ha sido suplente en la cuarta jornada ante el Eldense) y con Marc Aguado o Grau (jugadores de un perfil muy similar) como acompañante. La idea, como corresponde a este dibujo, es juntar a un futbolista con manejo de balón (Moya) con otro más físico y posicional (Marc o Grau) pero ninguno de ellos posee la capacidad física de Francho, lo que reduce la capacidad de llegada, el dinamismo y la movilidad y aumenta el riesgo de exposición ante las transiciones rápidas del rival. El Racing de Ferrol leyó a la perfección esta carencia y explotó el espacio entre la medular y los centrales con rápidas contras como la que originó el gol de Álvaro

Dos tiros a puerta

Quería Escribá, en su intento de paliar esa parsimonia en la generación, centrocampistas con capacidad para romper líneas a través de la conducción. Se refería, seguramente, a Bermejo, cuya manifiesta irregularidad no beneficia. De hecho, el madrileño se pierde muchas veces en sí mismo, con conducciones intrascendentes sujetas a peligrosas pérdidas. Y el Zaragoza llega cada vez menos y cada vez peor. En los dos últimos partidos (frente a Racing y Ferrol) apenas ha tirado un par de veces entre los tres palos.

Tampoco ayuda la falta de movilidad arriba, donde Bakis sigue ostentando un cartel de indiscutible que no se ha ganado. No puede serlo cuando apenas puede explotar el disparo, su gran virtud, y su aportación se reduce a ganar algún duelo o bajar el balón para tratar de combinar. Está lejos de todo el turco, sobre todo, de su mejor versión. Claro que al punta, un rematador nato, le beneficia más bien poco la falta de profundidad de un equipo en el que esa responsabilidad sigue cayendo sobre los laterales. Tampoco la presión alta, esencial cuando se juega con dos arriba, figura entre las mejores cualidades de Bakis. Es Azón el que no para de correr de arriba a abajo y de un lado a otro. Hasta que se agota.

Así que es la hora de Escribá. La derrota en Ferrol obliga a remendar agujeros y perseguir soluciones. Quizá es hora de idear un nuevo dibujo que ayude a mitigar defectos y ayude a resaltar virtudes. Tal vez un 4-1-4-1 (o 4-3-3) con Marc como único pivote escudado por dos interiores, dos jugadores de banda y un solo punta arriba. Eso sí, el diagnóstico se hará desde arriba del todo, donde todo se ve mucho más claro.