Rubén, el recogepelotas reconvertido en héroe en Andorra: «No podía dormir»

El inesperado ídolo zaragocista en Andorra cuenta su experiencia aún incrédulo: ha recibido muchísimas felicitaciones y el club le ha invitado a la Romareda

Rubén Gómez, cachirulo al cuello, muestra la bandera del Real Zaragoza que le regaló la afición.

Rubén Gómez, cachirulo al cuello, muestra la bandera del Real Zaragoza que le regaló la afición. / Almudena Sopeña (@Almudena_Sopena)

D. García

En un jueves de octubre en Andorra la Vella, un chico de 12 años se dirigía al Estadi Nacional de la capital del Principado para hacer, un día más, de recogepelotas del FC Andorra. El padre de Rubén, el muchacho en cuestión, es de Mainar, y su madre procede de Montón, dos municipios de la provincia de Zaragoza.

Las conexiones no tardarían en aparecer una vez Rubén comenzó a trabajar durante el encuentro entre el conjunto local y el Real Zaragoza. «Dije que mis padres eran de allí y me preguntaron si conocía algún barrio zaragozano. Contesté ‘Las Fuentes’», relata Rubén, que entonces no era consciente de la repercusión que esa respuesta iba a causar en la afición desplazada hasta Andorra. «Ya eres zaragocista», fue la contestación que recibió desde la grada el joven tras el examen que acababa de aprobar con nota.

A esa primera conversación le siguieron regalos, felicitaciones y canciones en las que el joven recogepelotas se mostró muy participativo. «Me sé unos cuantos cánticos del Zaragoza, aunque me dejé llevar por la afición en ese momento», relata. «Me felicitaban por cómo hacía de recogepelotas y me decían que era un grande», indica.

Tras unos minutos, Rubén se desmelenó y comenzó a saltar con los aficionados visitantes al ritmo del Moverse, maños, moverse para la estupefacción de sus padres y de Iker, su hermano mayor, que presenciaban el partido desde el otro lado del estadio. «Los tres estábamos en la grada norte y empezamos a ver que empezaban a cantar ‘Rubén, Rubén’. Vimos que allí pasaba algo», cuenta José, su padre. «Nos empezaron a sonar los móviles porque amigos y familiares le estaban viendo por televisión», expone. «La gente nos paró después del partido para felicitar a Rubén», agrega José.

Rubén posa con sus regalos junto a sus padres y su hermano.

Rubén posa con sus regalos junto a sus padres y su hermano. / Servicio especial

«Me empezaron a dar banderas y una bufanda y me pusieron el cachirulo. Estaba muy contento. Iba de recogepelotas sin saber qué iba a pasar y salí emocionado. Me lo pasé muy bien», afirma Rubén, cuyas emociones no le dejaron descansar una vez acabó el choque. «No he podido dormir. Todavía estoy flipando», explica. «A las dos de la mañana todavía seguíamos en el sofá», añade su padre. Orgulloso, el inesperado protagonista sacó su bandera por la ventanilla del coche mientras José pitaba delante de los aficionados blanquillos cuando volvía a casa desde el Estadi Nacional. «Fue un día muy bonito», expresan padres e hijo, casi al unísono.

«Ha recibido felicitaciones de todo el mundo: de Andorra, Zaragoza, compañeros de clase, familia y amigos de Aragón... Fue un día increíble», indica José, que se ha encargado de transmitir el zaragocismo a sus dos hijos, aunque reconoce que son más futboleros que él. «A los dos nos encanta el fútbol y el Real Zaragoza es uno de nuestros equipos favoritos, aunque ayer -por el jueves- teníamos el corazón partido», confiesa Rubén, cuya pasión en el partido del club en el Principado se ha visto recompensada: la familia ya ha sido contactada por el club blanquillo e invitada a presenciar un partido en la Romareda esta temporada. 

«El año pasado, cuando jugó el Andorra en Zaragoza, fuimos a verlo», relata el joven e inesperado héroe de la afición blanquilla, que ahora tendrá la oportunidad de ver desde el palco al equipo que le hizo desmelenarse el jueves y saltar, disfrutar, cantar y animar al Real Zaragoza desde su puesto de recogepelotas. La próxima vez, lo hará en la Romareda.