La opinión de Sergio Pérez

Mollejo, Carlos Martín y el alma del Real Zaragoza

Con la llegada de Mouriño y Valera decididas, para la tercera cesión del Atlético hubo dos candidatos: Mollejo y Carlos Martín. La SAD prefirió al manchego. Las razones que inclinaron la balanza a favor de Mollejo fueron básicamente su carácter, ser un jugador más hecho y su polivalencia. El delantero es hoy el alma del Real Zaragoza, lo que habla bien de su rendimiento y desnuda lo que le sucede al equipo. Mollejo debería ser un buen complemento de otros futbolistas que, a diferencia de él, no han hecho acto de presencia.

Víctor Mollejo celebra su gol al Levante esta temporada en La Romareda.

Víctor Mollejo celebra su gol al Levante esta temporada en La Romareda. / ÁNGEL DE CASTRO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

En la gestación de este nuevo Real Zaragoza que camina algo errante al paso por la jornada 27 del campeonato de su segundo año de vida intervinieron numerosos actores, de aquí y de fuera de aquí. Participaron los que saltaron a la primera línea cuando el proyecto echó a andar de manera pública, los que estuvieron en el segundo plano pero con cierto foco y los que siempre quedaron entre bambalinas. Desde el primer momento ha tenido una importancia sustancial la relación de la SAD con el resto de equipos que forman parte del grupo inversor y con las figuras que actúan como visagras entre ellos. Especialmente, el vínculo que el club tiene con el Atlético de Madrid desde su nacimiento, una de las claves para entender los últimos dos años, el presente y, seguramente, también el futuro.

Como consecuencia de esa hermandad, el Real Zaragoza, como les sucede a tantos otros con sus equipos de referencia incluso de manera más directa, se ha convertido en un destino preferente para algunos de los futbolistas que el Atlético saca a préstamo. Así es como llegaron a la ciudad Giuliano Simeone y Víctor Mollejo en la temporada 22-23 y como en la corriente ha repetido el propio Mollejo en compañía de Mouriño y Valera, el máximo posible que permite la normativa vigente.

El Real Zaragoza tuvo claro el pasado verano que dos de las tres plazas destinadas a jugadores procedentes del Atlético iban a ser para el central uruguayo y para el extremo, que había brillado la campaña previa en el Andorra y venía a cubrir un espacio huérfano: velocidad, regate y capacidad para desequilibrar por fuera y de fuera hacia adentro. Para la tercera hubo dos candidatos: Mollejo y Carlos Martín. La SAD prefirió al manchego. Martín finalmente tomó rumbo al Mirandés, un lugar donde numerosos jugadores se han engrandecido en los últimos tiempos. No es una excepción: suma ya diez goles.

Las razones que inclinaron la balanza a favor de Mollejo fueron básicamente su carácter, ser un jugador más hecho y su enorme polivalencia. Para la misión de hacer gol, el Zaragoza iba por otros caminos: Bakis, Enrich, Vallejo más Iván Azón. Nadie sabrá cómo hubiera encajado Martín en este equipo.

Sí se sabe que Víctor Mollejo se ha convertido en el jugador que levanta el listón de la energía del Real Zaragoza y que trata de llevar al resto de sus compañeros al umbral de intensidad, carácter y actividad necesarias para competir por ganar. Julio Velázquez lo está usando de todo, de carrilero por la izquierda, de lateral en esa banda, de delantero, que es lo que siempre ha sido aunque su predisposición hacia el trabajo le permiten arrancar también en banda y aparecer por sorpresa en el área. Nunca ha sido un goleador, pero sí tiene gol. Este año suma cuatro, el segundo que más de toda a plantilla tras Maikel Mesa.

Si alguien de los cinco delanteros acarició el gol contra el Cartagena fue él. Lizoain se lo negó. Cuando más rondaba la posibilidad de marcar, Velázquez lo mandó para atrás. Mollejo es, ahora mismo, el hilo de vida al que se agarra el Real Zaragoza, su alma, el que más empuja, a veces con cerebro y a veces de manera excesivamente visceral. Es un jugador tremendamente molesto para los rivales. Eso habla bien de sí mismo, de su rendimiento y de su actitud. Y, desgraciadamente, a la vez desnuda lo que le sucede al Real Zaragoza. Mollejo debería ser un buen complemento de otros futbolistas que, a diferencia de él, no han hecho acto de presencia.