La pizarra de Natxo González

Ante la necesidad... prudencia

El Real Zaragoza decidió afrontar la necesidad con prudencia, jugar protegido y bajo ningún concepto desorganizarse. A nivel emocional, al equipo en general le vi con miedo. Esto provoca jugar para no equivocarse.

Iván Azón, que salió en la segunda parte, en el partido de Anduva.

Iván Azón, que salió en la segunda parte, en el partido de Anduva. / CARLOS GIL-ROIG

Natxo González

Duelo de necesidad entre dos equipos que llegaban con muchos apuros a esta jornada, con un Real Zaragoza que buscaba una victoria para romper esa dinámica negativa y poder entrar en las últimas diez jornadas con “relativa tranquilidad”. En la semana previa, tan importante era la preparación del partido en cuanto a la estrategia futbolística, como la gestión de esa necesidad en referencia a las emociones. A este respecto, encontrar el nivel óptimo de activación es lo recomendable para afrontar este tipo de partidos.

El Real Zaragoza, con una disposición 1-4-2-3-1 y con tres cambios (obligados) con respecto al partido anterior, decidió afrontar esa necesidad con “prudencia”, jugar protegido y bajo ningún concepto desorganizarse. En el juego ofensivo tenía que atacar una estructura 1-5-3-2. Claramente se vio que la salida de balón tenía que ser por fuera, bien con los laterales o con la lateralización de uno de sus pivotes (normalmente con Moya), desbordando a sus dos puntas y obligando a saltar al interior correspondiente para de esta manera provocar superioridad por dentro y encontrar situaciones de ventaja (finalizar por dentro o abrir a bandas).

Para ello era importante tener una circulación rápida de pelota para separarles y conseguirlo, circunstancia que no ocurrió, excepto en el segundo tiempo en un par de ocasiones en las que Maikel Mesa pudo finalizar jugada. Este jugador nos puede servir para medir un poco el nivel ofensivo del equipo; la diferencia de participación del primer tiempo (nula) al segundo (varias finalizaciones).

Defensivamente, Edgar apenas tuvo que intervenir. El equipo decidió actuar con un bloque medio-bajo, con las dos líneas de cuatro muy juntas para contrarrestar el desequilibrio y la velocidad. En esta faceta se mantuvo un nivel bastante regular, defendiendo bien el juego interior, teniendo más problemas por los costados.

A nivel emocional, al equipo en general le vi con miedo. Esto provoca jugar para no equivocarse. Otro factor para justificar ese juego triste, plano, lento, previsible... Entramos en la tercera semana de Víctor Fernández. Con las conclusiones que habrá sacado de estos partidos, con más entrenamientos, con la recuperación de jugadores importantes y la mejora de la autoestima, aparcará la prudencia y apostará por el riesgo y valentía.