A falta de que sea nombrado oficialmente, probablemente hoy, los medios eclesiásticos ya confirman que el actual obispo de la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, el turolense Juan José Omella, será el sustituto del cardenal arzobispo de Barcelona. Lluís Martínez Sistach, que ha sido uno de los participantes --invitado por el Papa-- en el Sínodo de la Familia, tiene 78 años, tres más de la edad reglamentaria de jubilación.

El nombramiento de Omella, barajado hace ya meses por EL PERIÓDICO, ha levantado ampollas y ha causado sorpresa y desazón en algunos sectores de la Iglesia autodenominada catalana y en algunas órdenes religiosas, que habían propuesto a Francisco que el sustituto fuera o el obispo auxiliar de Sistach, Sebastià Taltavull, o en su defecto el actual arzobispo de Urgell, Joan Enric Vives.

Al margen de la opinión de los religiosos catalanes sobre el prelado aragonés y catalanoparlante --nació en el Matarraña, comarca limítrofe con Cataluña--, desde el Vaticano consideraron que Omella, miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social desde 1996 y presidente de la misma desde marzo del 2014, era el candidato perfecto para sustituir al arzobispo de Barcelona.

DISCREPANCIAS

Los que le conocen aseguran que es un obispo dialogante y considerado de talante progresista y próximo al pontífice. Es el hombre en el que el papa Francisco confía para renovar la Iglesia en España, indicaron. "Es un buen pastor, abierto, social, equilibrado y ponderado, que entiende muy bien la idiosincrasia de Cataluña, entiende el problema catalán y no es anticatalán. Es el hombre en el que el Papa confía para renovar la Iglesia en España", explicaron algunas fuentes religiosas a Efe.

Pero lo cierto es que desde que el bloguero sobre temas eclesiásticos La cigoña de la Torre anunció la pasada semana que se daba por hecho el nombramiento de Omella, en otros foros catalanes comenzaron con los ataques. Se le ha tildado de "unionista", de ser el protegido del Gobierno de Rajoy, que llevaría un año presionando a favor de su nombramiento, y de que es el hombre de los "ultracatólicos". Por no hablar de la cuestión del conflicto con los bienes de las parroquias del Aragón oriental.

Se le acusa de defender posturas contrarias a los intereses de Cataluña por ser uno de los impulsores --en su etapa como obispo de Barbastro-Monzón entre 1999 y 2004-- de la "ofensiva aragonesa" para recuperar las obras de arte sacro y por desmarcarse de los obispos catalanes que defienden "la legitimidad de la reivindicación nacional de Catalunya y del soberanismo, según la Doctrina Social de la Iglesia" (sic).

El nombramiento de Omella, al que en los círculos eclesiásticos aragoneses siempre se le ha considerado un yanero (del arzobispo emérito Elías Yanes), se esperaba ya desde noviembre del año pasado. De hecho, llegó a despedirse de los seminaristas de su diócesis.