Crítica de 'La mirada de Saturno': Homenaje a un autor al que le gustaba pensar la revolución

Cuenta Juan Manuel Aragüés en su prólogo a 'La mirada de Saturno' que la reedición por parte de las Prensas de la Universidad de Zaragoza de este libro, publicado por primera vez en 1990, se ha convertido de manera involuntaria en un homenaje póstumo a su autor, José Luis Rodríguez García, fallecido en julio del año pasado. El homenaje podría haber partido de cualquiera de los ámbitos literarios que cultivó, ya fuera poesía o narrativa, pero justamente se sitúa en su faceta de ensayista sobre filosofía, y además aunando en el subtítulo del libro dos conceptos muy queridos por él: pensar la revolución.

Lo que hace José Luis Rodríguez García es rastrear las huellas, o la genealogía, de ese animal mitológico y utópico que es la revolución entendida como ruptura histórica y social. El autor recuerda esas primeras alusiones aristotélicas a la metabolé y alguna aparición posterior en la historia, pero la acotación cronológica que hace es reveladora, y centra su mirada en el periodo entre 1789 y 1850.

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Efectivamente, es la Revolución Francesa el origen de la revolución tal y como cualquiera la entiende, aunque no olvida a precursores ineludibles como Rousseau. Rodríguez García apunta su papel como inspirador, pero no como ideólogo, ya que también explica bien cómo los revolucionarios jacobinos aceleraron los postulados del filósofo suizo sobre las tensiones sociales para convertirlos en un ideario bastante más radical.

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La influencia de la Revolución Francesa

El impacto de la Revolución Francesa se dejó notar en los pensadores alemanes coetáneos, que aparecen también en el libro, aunque sería otro de ellos, algunos años más joven, quien propiciaría el siguiente y decisivo paso evolutivo al concepto de revolución: Karl Marx, cuyo «descubrimiento» del proletariado y la necesidad de que este tomase conciencia de su naturaleza ocupan la parte final de este interesante recorrido que José Luis Rodríguez García ofrece a los lectores. Y además, con una premisa que actualmente es también revolucionaria: pensando para entender.