MÚSICA

Crítica del concierto de Marco Mezquida: Una nariz, dos orejas y cuatro manos

El artista cerró el jueves en solitario el ciclo Piano Piano en el Centro Cívico Universidad de Zaragoza

Marco Mezquida durante el concierto del jueves en Zaragoza.

Marco Mezquida durante el concierto del jueves en Zaragoza. / PEDRO ANGUILA

Javier Losilla

Javier Losilla

Se preguntaba Luis Buñuel en 'El arco iris y la cataplasma' "¿Cuántos maristas caben en una pasarela? ¿Cuatro o cinco? ¿Cuántas corcheas tiene un tenorio? 1.230.424”. Y concluía: “Esas preguntas son fáciles”. Ahora reformulamos al gran sordo de Calanda. ¿Cuántas canciones caben en una pieza de Marco Mezquida? Esta pregunta es difícil, pero convengamos en que todas las que el artista quiera. Así es Marco Mezquida: el compendio de todas las músicas, de todos los pianos, de todos los deseos. El jueves cerró en solitario el Centro Cívico Universidad el ciclo Piano, Piano. ¡Y cómo!

Marco Mezquida actuó en el Centro Cívico Universidad de Zaragoza.

Marco Mezquida actuó en el Centro Cívico Universidad de Zaragoza. / PEDRO ANGUILA

Con Mezquida, el piano puede sonar como cualquier otro instrumento (bajo, arpa, percusión…), a través de la manipulación directa de las cuerdas; pero hay más: diríase que está tocado no por dos, sino por varias manos perfectamente diferenciadas. Este músico singular (sin duda uno de los más completos de las españas) es un mago transitando sin solución de continuidad géneros y estilos, asombrando con su extraordinario manejo de la dinámica y del ritmo. Pasa sin sobresaltos del torrente al detalle, de la exuberancia a la delicadeza más delicada, valga el pleonasmo.

Albéniz y compañía

Una arrebatadora improvisación inició la velada con guiños a Satie y Chopin, al jazz de Jarrett, al folclore, al rock y a los compositores clásicos españoles del siglo XX. En la segunda pieza volvieron, entre otras, las referencias a Albéniz y compañía. Fue la transición a un apabullante ragtime-blues. Pero aún quedaba tela: la espléndida revisión de 'With A Little Help From My Friends', de Beatles, con un inquietante y hermoso final simulando una caja de música, y, no se asusten, una personal y deconstruida mirada a 'Paquito el chocolatero' (una extravagante petición del público) que habría hecho vibrar a Gustavo Pascual Falcó (1909 – 1946), su autor, enlazada con 'My Favorite Things' (a lo John Coltrane), rematada con una explosión onda Ornette Coleman. Y de propina, 'Adiós abuela', una composición registrada en 'Tornado', su disco más reciente, con un bello inicio jotero y un desarrollo enredado en lo clásico, el jazz y la canción popular.

Hace años, sobre el 31 de diciembre, hablaban a los niños de un hombre que portaba tantas narices como días tiene el año, y de otro, con igual número de orejas. La broma, a solo 24 horas de concluir el año, estaba clara. Pero a los niños de hoy, sin chascarrillos, habrá que contarles la historia de un pianista que tiene cuatro manos durante 365 días. Dónde esconde dos de ellas es un misterio. Como todo Marco Mezquida. De ahí la grandeza de su arte.

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