Alfonso V de Aragón

El 2 de abril de 1416 falleció Fernando I de Aragón, dando paso al reinado de su hijo Alfonso V el Magnánimo

El Castel Nuovo de Nápoles.

El Castel Nuovo de Nápoles. / CIRO FUSCO

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

El de Fernando I de Aragón fue un reinado corto que no llegó a los cuatro años, pero sí que fue clave para el devenir de los diferentes Estados que componían la Corona de Aragón. Había sido elegido a mediados del año 1412 en el Compromiso de Caspe de entre los cinco candidatos que presentaron sus derechos a ocupar el trono que había dejado vacante en 1410 el rey Martín el Humano tras fallecer sin descendencia legítima. La llegada al trono de Fernando, hijo de Juan I de Castilla, supuso de primeras la llegada a la Corona aragonesa de una nueva dinastía, la Trastámara, proveniente del reino castellano y que estaba acostumbrada a unos usos diferentes de gobierno.

Allí no se veían tan limitados como en Aragón y el resto de Estados de la Corona, que tenían una serie de fueros cuya misión era limitar el poder del monarca de turno. Tampoco es que haya que pensar en una especie de Arcadia feliz medieval, pues al final se garantizaban los derechos de los estamentos privilegiados, pero desde luego se puede decir que era un sistema más avanzado que otros de los que podamos encontrar en la Europa de ese momento.

Fernando I pronto comenzó a sufrir problemas de salud que le llevaron a la muerte el 2 de abril de 1416 cuando apenas contaba con 35 años de edad, siendo entonces sucedido por su hijo, Alfonso V el Magnánimo, cuyo reinado fue uno de los más longevos de la historia de la Corona de Aragón alcanzando los 42 años en el trono. Sin embargo, no es uno de los monarcas más conocidos entre el público a pesar de la importancia que tuvo, especialmente en la política expansiva por el Mediterráneo. Tampoco se conoce mucho a su esposa, la reina consorte María de Castilla, quien a pesar de esa tradición de que las mujeres no podían gobernar en Aragón, lo hizo con el cargo de Lugarteniente del reino durante parte de las largas ausencias del monarca.

Arco triunfal del Castillo de Nápoles, mandado construir por Alfonso V de Aragón.

Arco triunfal del Castillo de Nápoles, mandado construir por Alfonso V de Aragón.

Alfonso V basó su reinado en la política exterior. Por un lado, trató de mantener su influencia y la de sus hermanos, conocidos todos ellos como los infantes de Aragón, en el reino de Castilla, dado que al ser este su origen tenían una gran cantidad de propiedades y muchos aliados que pusieron en jaque al rey Juan II de Castilla y a su mano derecha, don Álvaro de Luna. Por el otro, sus ojos se posaron en seguir aumentando la influencia de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. En primer lugar, los sardos siempre estaban pendientes de cualquier atisbo de debilidad que pudiera mostrar la Casa de Aragón para así levantarse en armas contra ella, cosa que llevaban haciendo prácticamente un siglo.

De modo que con el cambio de rey volvieron a repetir la estrategia, pero Alfonso V lideró personalmente una flota para volver a someterles, lo que supuso inmediatamente el final de la rebelión. Aprovechando que estaba por allí, decidió acometer la conquista de la vecina isla de Córcega, cuyos derechos de conquista también habían sido concedidos a la Casa de Aragón tiempo atrás.

Representación de Alfonso V en el Armorial ecuestre del Toison d'or.

Representación de Alfonso V en el Armorial ecuestre del Toison d'or.

Pero tras unos éxitos iniciales, la conquista se fue alargando sin apenas avances, y fue entonces cuando le llegó una propuesta que le cambiaría la vida. La reina Juana II de Nápoles estaba luchando contra un familiar suyo, Luis III de Anjou, conde de Provenza, quien había conseguido el apoyo papal para destronarla. Juana, que no tenía herederos, le hizo una petición de ayuda a Alfonso V de Aragón, a quien nombrará su sucesor en el trono napolitano si conseguía derrotar a sus enemigos. Por supuesto Alfonso lo consigue, pero muy pronto empezó a actuar mucho más allá que un simple heredero, de modo que Juana acaba luchando contra su salvador y, junto al mismo Luis III que antes intentaba destronarla, forma una alianza para expulsar al monarca aragonés de tierras italianas.

Salvo algunos paréntesis, Alfonso V dedicó su reinado a hacerse con el reino de Nápoles, cosa que consiguió definitivamente en 1443, y no volvería a pisar la Corona de Aragón hasta su muerte. Sin duda se enamoró de la cultura del momento y se convirtió en un gran mecenas de las artes, convirtiendo en esa época al reino napolitano en uno de los mayores focos del humanismo renacentista para después expandirlo por la Corona aragonesa. Todavía hoy, aquellos que visitan la ciudad italiana pueden ver esa profunda huella que une al sur de Italia con la Casa de Aragón, viéndose en la misma puerta principal de entrada del Castel Nuovo las barras de los Aragón así como una representación del desfile triunfal que realizó Alfonso V cuando conquistó definitivamente el trono napolitano.

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS