ENTENDER+ CON LA HISTORIA

María Andresa Casamayor

Fue la única mujer conocida en publicar una obra matemática en la Europa del siglo XVIII

Casa donde vivió María Andresa Casamayor.

Casa donde vivió María Andresa Casamayor. / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

Durante siglos y milenios, la mayor parte de las sociedades establecieron unas marcadas diferenciaciones de género entre hombres y mujeres y el papel que cada uno debía tener en la sociedad tanto en los aspectos públicos, de trato en la vida pública y privada, y por supuesto en el mundo profesional, artístico e intelectual. Poco a poco las investigaciones nos van mostrando a mujeres del pasado que tuvieron que ejercer ciertas actividades bajo el pseudónimo de un hombre porque de otra manera su trabajo no habría sido considerado de la misma manera. Por supuesto, y como casi todo en la vida, siempre hay excepciones. Por supuesto, es deber de todos seguir trabajando por sacar del olvido a muchas de esas mujeres que lucharon por cambiar el signo de su tiempo o, simplemente, por hacer lo que les gustaba en una época en la que no era tan fácil hacerlo.

En Aragón, uno de esos casos que todavía sigue sumido en un importante olvido es el de María Andresa Casamayor de La Coma. Su historia nos lleva al siglo XVIII, el llamado «siglo de las luces», de la Ilustración y también del despotismo ilustrado. Ese cuya máxima era el famoso «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». En buena parte de Europa los monarcas y las élites sociales buscaron un mayor desarrollo de la cultura, la ciencia, las comunicaciones, y todo aquello que ayudara a mejorar la vida de la población. Y es que una sociedad más próspera se traducía en más impuestos que poder cobrar, mayor poder de aquellas monarquías absolutas, así como intentar disminuir los frecuentes disturbios populares, la mayor parte provocados por crisis económicas y falta de alimento, y a los que las clases privilegiadas tenían verdadero pavor.

Ese ambiente fue el que vivió María Andresa Casamayor, nacida en la ciudad de Zaragoza el 30 de noviembre del año 1720, siendo bautizada en la catedral del Pilar ya que a ella pertenecía su familia, la cual vivía en la calle del mismo nombre. Tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia acomodada de comerciantes dedicados a los productos textiles, siendo la séptima de los nueve hijos que tuvieron el mercader de origen francés Juan Joseph Casamayor y la zaragozana Juana Rosa de La Coma, también hija de mercaderes aragoneses.

El primer libro que publicó, con pseudónimo, Casamayor

El primer libro que publicó, con pseudónimo, Casamayor / EL PERIÓDICO

Gracias al apoyo de sus padres, María estudió y aprendió matemáticas, algo no muy frecuente para una niña de su época; y junto al ambiente mercantil en el que se movía adquirió también profundos conocimientos sobre comercio, unidades de peso o cambios de moneda, así como las diferencias que todavía existían entre Aragón y Castilla, con enrevesadas operaciones de cambio entre ellas. Todos esos conocimientos que fue adquiriendo se tradujeron en que en el año 1738, cuando tan sólo tenía diecisiete años, María Andresa publicó su primera obra sobre matemáticas, el Tyrocinio Arithmetico, instrucción de las quatro reglas llanas. Fue el primer libro de ciencia escrito por una mujer española en el siglo XVIII, así como el único caso de un libro sobre matemáticas a nivel europeo. Esta obra estaba dedicada a enseñar de forma muy sencilla y asequible las famosas cuatro reglas; es decir, sumar, restar, multiplicar y dividir, siendo además muy concisa para que fuera poco extensa y por lo tanto barata de imprimir, para que pudiera ser asequible para el máximo número de compradores posible. Hoy en día tan sólo se conserva una copia del original, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid.

También escribió una segunda obra, El Parasi solo, sobre aritmética más avanzada, siendo alabada por el bibliófilo Félix Latassa, pero que por desgracia se ha perdido y no ha llegado hasta nuestros días. Eso sí, ambas obras tuvieron que ser publicadas con un pseudónimo masculino, el de Casandro Mamés de La Marca y Araioa. A partir del año 1738 su situación se fue complicando tras la muerte de su padre y el endeudamiento de su familia materna. Lo normal en aquellos tiempos para una mujer era o casarse o ingresar en un convento. Sin embargo, María Andresa no hizo ni lo uno ni lo otro y estuvo decidida a ganarse la vida por sí misma. Para ello ejerció como maestra de niñas en las escuelas públicas de Zaragoza. Parte de la retribución que recibía por ello era una vivienda en la calle Doctor Palomar, en el barrio de la Magdalena, que todavía se conserva a pesar de que años más tarde casi todo ese barrio quedó literalmente arrasado durante los Sitios napoleónicos que sufrió la ciudad. Allí vivió el resto de su vida hasta su muerte, el 23 de octubre del año 1780 dejando un importante legado que debe ser recordado.

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