La escuela transformadora

Para la Oenegé Entreculturas, la mejor manera de conseguir un mundo más justo y sostenible es cambiando el modelo educativo por uno universal y más inclusivo para todos sus habitantes

Esta niña de la República Centroafricana sí asiste a la escuela, algo que no pueden hacer el 30% de los menores con discapacidad del planeta.

Esta niña de la República Centroafricana sí asiste a la escuela, algo que no pueden hacer el 30% de los menores con discapacidad del planeta. / Irene Galera / JRS

Ignacio Sancho / Entreculturas

Nueva York acogió el pasado mes de septiembre la Cumbre Mundial sobre la Transformación de la Educación, uno de los hitos más relevantes de la agenda educativa mundial que en España, desgraciadamente, pasó desapercibido. La pregunta esencial que había de fondo es: ¿qué educación necesitamos para conseguir un mundo justo y sostenible? La mejor manera de cambiarlo es transformando la educación de sus habitantes.

244 millones de niños y niñas no pueden ejercer su derecho a la educación porque no asisten a la escuela y el 60% de los niños de diez años no son capaces de comprender un texto sencillo. Como siempre, se están quedando atrás los más vulnerables: pobres, niñas, indígenas refugiados… O las personas con discapacidad, que son mil millones en todo el mundo (el 15% de la población). De ellas, 240 millones son menores, y la tercera parte no está escolarizada. Si a la discapacidad se le suman la pobreza u otros condicionantes, la vida se vuelve realmente difícil.

Toda persona tiene derecho a la educación, y esta ha de ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental. Este asunto se abordó en la citada cumbre de Nueva York, pero, ¿podemos conformarnos con que esto sea un objetivo para el 2030? ¿No será demasiado tarde para esta generación?

Las personas con discapacidad se encuentran entre las más marginadas en cualquier comunidad, incluyendo su familia o la escuela, pues sufren las consecuencias de las barreras arquitectónicas o sensoriales y el estigma de los prejuicios. Tienen cuatro veces más probabilidades de ser víctimas de violencia de cualquier tipo, diez veces más en el caso de las niñas, y son tres veces más propensas a sufrir violencia sexual, especialmente ellas.

Entreculturas reivindica reconocer la educación inclusiva como un derecho humano más, favoreciendo el máximo desarrollo de la personalidad, capacidades y competencias del alumnado con discapacidad, mejorando la formación en discapacidad e inclusión de los docentes –personas clave en el trato y para evitar la discriminación- y favorecer la transparencia de las políticas públicas que afectan a los discapacitados.

Esta oenegé también demanda destinar a educación un mayor porcentaje de la ayuda oficial al desarrollo que, como recuerda, tiene pendiente volver a la senda de la reclamación del 0,7% del PIB, un tanto olvidada por la sociedad civil. Entreculturas propone aprovechar el VI Plan Director de la Cooperación Española como una oportunidad para la inclusión de las personas con discapacidad y evaluar el cumplimiento de la Estrategia Española sobre Discapacidad 2022-2030, destinando los recursos financieros necesarios para superar los retos estratégicos relacionados con educación inclusiva. Es necesario invertir en ella para no dejar a nadie atrás.

Según la Unesco, la pandemia ha retrasado dos décadas los avances para ampliar el acceso a la educación. Millones de niñas pueden no volver a la escuela, quedando expuestas a la explotación, el abuso y la extrema violencia. Tras el covid-19, las crisis y las emergencias, los conflictos han pasado de ser coyunturales a estructurales. Las respuestas de los estados han sido desiguales, agrandando la brecha educativa previa.

Se ha de priorizar la inversión en educación, especialmente después de la pandemia. En el 2020, España destinó el 5,9% de su ayuda oficial al desarrollo a la educación, lo cual está lejos del 20% reclamado por la Campaña Mundial por la Educación. Entreculturas exige el cumplimiento íntegro de los compromisos internacionales para garantizar el acceso a una educación de calidad para todas las personas.

Vernor Muñoz, exrelator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la educación y autor del informe ‘Educar es incluir’, sostiene que la educación inclusiva no es una moda de la Agenda 2030. Y advierte de que el sistema educativo actual, anticuado, segrega, por lo que es muy difícil esperar de él que incluya. “Hemos heredado un modelo educativo de la época industrial, basado en la producción, y debemos cambiar a un sistema basado en los Derechos Humanos, porque tener una discapacidad es visto, hoy, como una enfermedad, un problema, y no como una característica”.

La discriminación por discapacidad es agravada por la pobreza, pero no resuelta por la riqueza. Esta, junto a la discriminación por género, son las más generalizadas en la escuela. No entienden de procedencia geográfica ni cultural y están identificadas en todos los países. En España se ha hecho un gran esfuerzo en materia de educación inclusiva, pero sigue existiendo distancia entre la retórica (política) y la legislación.

Entreculturas ha creado la campaña ‘La silla roja’ para impulsar la vuelta a las aulas de los niños y niñas que no están escolarizados. Hay condicionantes y contextos que les hacen muy difícil poder ejercer su derecho a la educación. En esta acción, la oenegé ha querido poner una especial atención en el alumnado con discapacidad, por ser un colectivo de los más marginados y por haber recibido un impacto desproporcionado de la pandemia.