El top ten de las joyas de la Virgen del Pilar

El Tesoro de la Virgen puede visitarse dentro de la Basílica del Pilar | Incluye una carta manuscrita de San Teresa de Jesús, un brazalete donado por Isabel II o una tiara de una heroína de Los Sitios

El Periódico de Aragón

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Todos los objetos que luce el tesoro de la Virgen del Pilar son excepcionales, ya sea por su valor o por su procedencia. Para el Cabildo, son todos expresión del cariño de los devotos y tienen igual importancia. Y el hecho de donar sigue vigente igual que desde hace siglos. No obstante destacamos aquí 20 de ellas:

Pinjante de la Virgen del Pilar

En el tesoro hay objetos preciosos tan antiguos como este pinjante de cadenas o brincos, en oro, esmalte y gemas preciosas del siglo XVI. Representa a la Virgen del Pilar (se puede apreciar la Columna). En el tesoro de la Virgen del Pilar hay varios ejemplos más de pinjantes, excepcionales por su antigüedad y buen estado de conservación. Se trata de joyas muy antiguas, que se usaban colgadas de una cadena, tanto por hombres como por mujeres. En este caso no se conserva la cadena.

Carta de Santa Teresa de Jesús

Las figuras de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz tienen su parte de protagonismo en el tesoro del Pilar. La carta manuscrita de Santa Teresa llegó en un momento indeterminado a la colección. Aunque su contenido no tiene mayor interés, sí lo tiene el hecho de ser un documento de puño y letra de la santa. Esta pieza, así como otras muchas cartas más, se repartieron a modo de reliquia por las sacristías de toda España.

Monstruo marino de oro y perlas

Esta es una de las joyas de estilo manierista más curiosa del tesoro. Se trata de un alfiler de perlas irregulares que forman el cuerpo de un monstruo marino, de cuya boca sale la cabeza de un hombre en oro. Rubíes, esmeraldas y amatistas adornan el cuerpo del pez, formado por varias perlas barrocas. Es una pieza de gran plasticidad que podría representar el mito bíblico de Jonás y la ballena (aunque en la Biblia no se habla de ballenas). «Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del monstruo marino, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches dentro de la tierra.» (Mateo 12, 40). T

El olifante de Gastón de Bearn

Esta magnífica pieza de arte bizantino, del siglo XI, fue donada por Gastón de Bearn, vizconde de Bearn, al Pilar a principios del siglo XII. En realidad, la donación la materializó su esposa, Talesa, hija del conde Sancho Ramírez, notable mujer que jugó un papel importante en la vida política de la época. Se trata de la primera donación de arte documentada del tesoro. El cuerno está tallado en un colmillo de elefante de grandes dimensiones. Mide 56 centímetros de largo y 12 de ancho. Su decoración, que podría representar los trabajos de Hércules, es de estilo bizantino. Está tallado en bajorrelieve, con diseño de figuras humanas y animales, entrelazadas con motivos vegetales. Este olifante, junto con el de Roldán, son las piezas más famosas del mundo en su género.

Virgen del Pilar de los Tercios aragoneses

Virgen del Pilar en plata policromada que llevaban a la batalla los tercios aragoneses para que los protegiera. En señal de gratitud fue donada a la Pilarica. Un tercio era una unidad militar del Ejército español durante la época de la Casa de Austria. Los tercios fueron famosos por su resistencia en el campo de batalla, formando la élite de las unidades militares disponibles para los reyes de Monarquía Hispánica de la época. Los tercios fueron la pieza esencial de la hegemonía terrestre, y en ocasiones también marítima del Imperio español. El tercio es considerado el renacimiento de la infantería en el campo de batalla, comparable a las legiones romanas.

Brazalete y joya de pecho

Demi-parure o medio aderezo compuesto por brazalete y joya de pecho con amatistas y diamantes. Fechado hacia 1850. El tesoro del Pilar tiene una amplia sección de conjuntos de joyería completos o parures (brazaletes, pendientes, collares, brazaletes, etc), pero también de medios aderezos (de ahí el término demi-parure), como es el ejemplo de la imagen, que consta de brazalete y joya a juego. Durante el siglo XIX la Virgen siguió recibiendo donaciones, pero el estilo de la época se alejaba de ese barroco ultrarreligioso (incluso en la joyería) de reliquias, mártires y santos, y se acercaba más al puro adorno.

Camafeo del día y la noche

Camafeo en oro y calcedonia tallada, fechado en la segunda mitad del siglo XIX. Parece que representa a unos amantes, pero en realidad los personajes que aparecen son el día y la noche. El día está representado por una antorcha (la luz) y la noche por un búho. Es el ideal del amor imposible, porque el día y la noche nunca se llegan a juntar. Se trata de una joya de estilo neoclásico de los que hay otro ejemplar en el tesoro de la Virgen en exposición, que representa un busto de perfil y es de tamaño más pequeño.

Pavo real esmaltado

Una fantasía de fin de siglo y estilo Art Nouveau. Esta pieza está realizada con esmalte plique-á-jour, atribuido a Lluis Masriera i Roses (hacia 1903). Esta técnica, también conocida como vitral por su semejanza estética con las vidrieras, es considerada la técnica más compleja de esmaltado en joyería. Para realizarlo, hace falta una gran pericia, puesto que el esmalte está suspendido en el hueco de la pieza gracias a la tensión superficial del agua que contiene el esmalte, careciendo éste de base o fondo metálico que lo sujete. Lo que hace que esta técnica sea tan apreciada es que deja pasar la luz a través de los esmaltes, creando un efecto sorprendente.

Broche flor en tembladera

Pieza perteneciente a la colección de broches en forma de bouquets o ramilletes florales en plata y oro, con diamantes y flores en tembladera (1850-1880) de los que el tesoro del Pilar tiene varios. La técnica de la tembladera en joyería consiste en dotar a la pieza de unos muellecitos o alambres para hacer que las piedras oscilen con el movimiento. Una de las características principales del Romanticismo del segundo tercio del siglo XIX es el interés por imprimir movimiento a las alhajas, como sucede en este caso. Las piezas quedan así dotadas de un movimiento que se acrecentaba cuando la mujer caminaba o bailaba.

Tiara de la condesa de Bureta, heroína de los Sitios de Zaragoza

De apariencia modesta en comparación con otras piezas del tesoro de la Virgen, es una delicada tiara cuyo valor es tanto simbólico como material. María de la Consolación Domitila Azlor y Villavicencio (1775-1814) pasó a la posteridad como la heroica condesa de Bureta, así conocida por su matrimonio con el conde de Bureta, que duró diez años, de 1794 a 1804. Al fallecer el conde, volvió a casarse en 1808 con Pedro María Ric, primogénito del Barón de Valdeolivos. Al producirse el primer sitio francés en 1808 fue una de las mujeres que más se distinguieron por su conducta intrépida: organizó un cuerpo de mujeres encargadas de socorrer a los heridos y de llevar víveres a los soldados de puestos avanzados

Pulsera de amatista de Isabel II

Pulsera donada por Isabel II, parte de un lote de donaciones que se exhiben en el tesoro pilarista. La minicolección incluye un cáliz, una fusta en tuétano para montar a caballo y esta pulsera. Es de oro, con una gran amatista sobre la que se han incrustado una coronita real con diamantes tallados en rosa. 

Broche de piedras preciosas de Carlos IV

Broche donado por el Rey Carlos IV con sus iniciales y las de su esposa, María Luisa de Parma, a la Virgen del Pilar. Ambas iniciales están coronadas. Está confeccionado en plata y oro, con rubíes, esmeraldas y zafiros, además de diamantes tallados en rosa. Puede ser que la donación se produjera durante la visita de los reyes al Pilar en 1802.