Temperaturas altas, riesgos para la salud

El Periódico de Aragón

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En las estadísticas oficiales del Eurostat sobre fallecimientos apenas constan certificados de defunción por calor excesivo, pero un estudio publicado en la revista Nature Medicine, llevado a cabo por el Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal) y por la entidad francesa INSERM, ha cuantificado las personas que perdieron la vida en Europa a causa de las olas de calor el pasado verano. Con los datos del incremento de las temperaturas, cruzados con el número y las causas de los fallecimientos, el estudio concluye que de junio a septiembre de 2022 perdieron la vida como consecuencia del calor 61.672 personas, con una tasa de mortalidad de 237 por millón de habitantes. El aumento medio de la temperatura osciló entonces entre 1º y 3,5º, aunque en ocasiones rebasó los 4º y, por bien que las olas afectaron especialmente a la cuenca mediterránea, cabe recordar que Gran Bretaña registró en 2022 la temperatura más alta de la historia, con 40,3º.

En el estudio y en otras publicaciones, del propio Eurostat y de la Organización Mundial de Meteorología (OMM), que ya advertían de cifras muy altas de decesos, se insiste en que las muertes a causa de la temperatura no se deben mayoritariamente a golpes de calor o a accidentes laborales por falta de concentración o por exceso de exposición al sol, sino que el calor excesivo, más allá de que pueda afectar directamente a la salud, es un «disparador» de otras enfermedades que devienen mortales y que se ceban en la población de mayor edad, desde problemas cardiovasculares a respiratorios, agravados fatalmente por las altas temperaturas.

En el caso de los accidentes laborales, las cifras son mucho menores, pero no por ello menos preocupantes. En España, el Ministerio de Trabajo reconoció cinco muertes en el transcurso de la actividad laboral en 2022, mientras que en lo que va de verano la cifra llega a tres. Se trata de casos dramáticos asociados a empleos al aire libre, desde barrenderos a trabajadores del campo o la construcción. Un solo fallecimiento por este motivo ya debería encender todas las alarmas y aumentar los mecanismos de protección, previstos en la legislación laboral y renovados por una normativa del mes de mayo que exige a las empresas la actualización de los planes de prevención y de evaluación de riesgos en casos de picos de calor. Muchos expertos consideran que la normativa es poco menos que un consejo que difícilmente es seguido en ámbitos más proclives al accidente, como el de las pymes o el de los empleados por cuenta propia. De acuerdo con las recomendaciones de la Unión Europea, que apuesta por endurecer la normativa, debería intensificarse especialmente la inspección laboral para detectar el incumplimiento de las directrices.

Hemos de ser conscientes de que las olas de calor serán en un futuro inmediato más probables, más intensas y duraderas y se van a producir con mayor frecuencia. Ante esta situación, más allá de los consejos habituales de sentido común, se precisan mayores cuotas de prevención y más atención a los colectivos vulnerables, tanto por el impacto directo en la salud global de los ciudadanos como por la precariedad de los más expuestos a sufrir las consecuencias de temperaturas incompatibles con la actividad laboral.

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