EL MIRADOR

Inquietante incertidumbre

Carmen Pérez Ramírez

Carmen Pérez Ramírez

La sociedad española, a pesar del gran esfuerzo que ha hecho en demandar una puesta en común entre los dos partidos más votados, para seguir construyendo con base en nuestra Constitución; después de haber conseguido, 48 años atrás, la disolución de una dictadura para llegar a un sistema democrático en el que nos hemos fundamentado en un Estado de derecho, no ha podido salvaguardar todo lo que habíamos logrado. La tristeza se palpa, las conversaciones diarias de todas las corrientes democráticas son de absoluta perturbación por no creer a dónde hemos llegado, ni en qué nos estamos convirtiendo: en un país en el que las leyes, basadas en nuestra Constitución, se manipulan en beneficio de un líder político.

Sin duda pasará a la historia la imagen del presidente Sánchez en el Palacio de la Zarzuela leyendo con la mano derecha sobre la Constitución: «Prometo… cumplir con las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno… y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado». Estas palabras dichas, por el presidente Pedro Sánchez, suenan a irónica falsedad. Me pregunto en qué estaría pensando en esos momentos cuando sabe que no lo va a poder cumplir con socios de partidos elitistas de derecha como ha sido siempre el PNV, de historia terrorista como es Bildu o con un grupo de independentistas que son maestros del chantaje.

El Estado de derecho implica que cada persona está ligada a la ley. Por lo tanto, toda decisión de sus órganos de gobierno ha de estar sujeta a procedimientos regulados por ley y guiados por absoluto respeto a los derechos. Dada la idiosincrasia de la composición del nuevo gobierno, se prevé la imposibilidad de respetar lo que el presidente y los ministros han prometido. Gobernar con presiones y coacciones se hará insostenible. Y todo este enjambre es para obtener 7 votos más y seguir a duras penas en el poder. Es evidente que vivimos una crisis política. La inquietante incertidumbre que transmite el mandatario y sus correligionarios nos posiciona en una situación de expectante desazón. Evoco a Machado… «Y ceniza hallará, no de su llama, cuando descubra el torpe desvarío, que pida, sin flor, fruto en la rama»... Echo de menos las voces de aquellos músicos, cantautores y actores del humor que se posicionaron, en la Transición, para ayudar a conseguir un Estado de derecho. ¿Dónde están? Quizá se hallan diluidos en el lugar del acomodo.

Recuerdo a los intelectuales, personalidades de la cultura y del activismo social, artistas plásticos (ahora visuales) que se dieron a conocer para reivindicar lo que necesitábamos: libertad, justicia y democracia. Fueron voces imprescindibles en momentos en los que hacía falta visibilizar los difíciles consensos. A las nuevas generaciones, a muchos de ellos, se les ha instalado el conformismo. Los más jóvenes no se quejan mientras tengan internet, wifi y puedan expresarse a través de TikTok, Facebook o X (Twitter) para sumar seguidores de sus chuscadas. Huele el vacío cuando desaparece el lirismo, la inteligencia y la creatividad, huele a paisaje en blanco, gris y negro.

Suscríbete para seguir leyendo