El futuro del turismo

Carmen Bandrés

Carmen Bandrés

La sombra de Fitur es muy alargada, al amparo de un éxito que ha desbordado las expectativas más optimistas, mientras que esparce algunos nubarrones amenazadores sobre su porvenir. España se ha convertido en el primer destino turístico mundial, por delante de Francia, a la vez que se han superado las cifras previas a la pandemia; en la otra cara de la moneda, el secular turismo de sol y playa camina directo hacia su extinción, víctima de un calentamiento global que, además de tornar insoportable el estío en los acostumbrados litorales cálidos, también promueve violentos temporales devoradores de arena y urbanizaciones; todo ello sin incluir en la ecuación el aumento del nivel del mar. De hecho, ya se observa una tendencia creciente hacia destinos antaño menos apreciados por su climatología fresca y húmeda.

¿Dónde se sitúa Aragón? En tal escenario, depender esencialmente de visitantes atraídos por la nieve parece significativamente arriesgado, en tanto que el conocido como turismo de aventura, ya bien consolidado, mueve a un moderado entusiasmo. Por otra parte, existen otros sectores, aún poco explorados, donde nuestra Comunidad dispone de bazas muy significativas, sea la gastronómica o el importantísimo patrimonio cultural, monumental y paisajístico: no hay muchos destinos, a lo largo y ancho del planeta, que puedan presumir de tanta variedad, calidad y cantidad. Pero, así como los atractivos para trotamundos aventureros persisten bien afianzados, estas alternativas se mantienen todavía en una discreta marginación productiva.

Nos debemos a un turismo sostenible, que no se degrade a sí mismo ni envilezca el entorno; compatible con el ser humano y con el medio ambiente. Añadiría, que también debiera ser accesible. A todos los bolsillos, a todas las condiciones y a cualesquiera que sea la diversidad funcional del viajero.

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