Opinión | SEDIMENTOS

Huellas

Nadie duda acerca de la importancia de la salud; además, somos plenamente conscientes de nuestra vulnerabilidad, por más que en el devenir cotidiano intentemos pasar por alto la realidad de la enfermedad, así como la de un final inevitable... que sigue ahí, que sentimos muy presente, aunque pretendamos ignorarlo por todos los medios. ¡Ojalá sea mucho más tarde que temprano y, a ser posible, exento de dolor! Pero no existe la medicina-milagro que todo lo cura y, entretanto, las camas de los hospitales se llenan de pacientes demandando del personal sanitario remedio para su dolencia, al tiempo que también algo muy, muy, importante, un trato humano.

Huellas es un proyecto socioterapeútico que aboga por una muerte digna, en la cual la relación del enfermo con sus allegados y los profesionales de la salud, juega un papel trascendental. Esta iniciativa ha dado origen a una pieza dramática: Igual que una huella en la arena de la playa, estrenada en el espacio escénico El Huerto de Gijón y que posteriormente visitará muchas otras capitales; en la obra, todo gira en torno a un tránsito honorable, rememorando la huella dejada a lo largo de la existencia; fiel reflejo de la fugacidad de la vida que tan rápido se desvanece como unas pisadas en la arena de la playa. Afirman los autores que todo acaba tal y como se ha vivido: quien lo ha hecho con serenidad, también afronta su final con sosiego y entereza. Entretanto, el papel de los profesionales de la salud estriba en cultivar la empatía con el doliente terminal, con el máximo respeto y sensibilidad hacia sus particularidades, pues de nadie existe una copia exacta entre el resto de los mortales, si bien todos, absolutamente todos, necesitamos apoyo moral en las situaciones críticas y en los trances difíciles. ¿Existe alguna circunstancia más ardua que la del trance postrero?

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