REAL ZARAGOZA

La vida sigue igual

Velázquez cambia el esquema, adelanta la defensa y la presión pero el Real Zaragoza vuelve a ser un equipo frágil, sin balón ni ocasiones y que pierde en el último minuto

Sergi Enrich pelea la posición durante el partido de este sábado.

Sergi Enrich pelea la posición durante el partido de este sábado. / CARLOS GIL-ROIG

En cuatro días no puede cambiarse a un equipo, ni una dinámica, ni resucitar a un muerto. Julio Velázquez hizo seis cambios en el equipo titular, utilizó un 4-2-3-1, adelantó la defensa y pidió a sus jugadores que presionaran más arriba, pero el Real Zaragoza fue más de lo mismo, un equipo sin balón, que únicamente generó una ocasión de gol en todo el partido y que perdió en el 90 solo porque el Albacete no tuvo puntería para acertar en sus quince oportunidades anteriores.

Los cambios superficiales que pudo hacer el nuevo técnico resultaron insuficientes. El equipo tuvo un poco más de intensidad de salida, pero la fue perdiendo con el paso de los minutos para acabar sufriendo casi un asedio de un Albacete que tampoco necesitaba imprimir mucha velocidad a sus acciones para ganar al rival. Marc Aguado estaba siempre demasiado cerca de los centrales y Mesa, de mediapunta, generando un vacío inmenso en el centro del campo que ni las piernas de Francho podían llenar. Apenas hubo centros al área y, si los hubo, no había nadie en el área, acaso un desconectado Enrich que apenas apareció en el juego.

El mejor de los aragoneses fue casi siempre Rebollo, que evitó el gol en numerosas ocasiones hasta que llegó lo inevitable. De un saque de puerta, el balón llegó a los pies de Quiles, Jair tropezó y Gámez tampoco pudo evitar el gol. Otra vez en el minuto 90, otro golpe en la línea de flotación de un equipo demasiado frágil y una afición demasiado cansada. Eso sí, justo castigo para un Zaragoza que no mereció más, que hubiera considerado un botín de oro haberse llevado un punto tal y como se desarrolló el partido.

Ni ataque ni defensa

El Zaragoza no fue un equipo y el partido quedó reducido a duelos individuales. Atacó rematadamente mal porque apenas tuvo el balón y no lo supo llevar al área rival. Todo su bagaje ofensivo fue un disparo de Bermejo en el minuto 83, la primera vez que Bernabé tuvo que trabajar en todo el partido. Ni con los córners había creado media ocasión el Zaragoza. Tampoco puede decirse que defendiera bien. Sufrió mucho con la defensa adelantada y tuvo suerte de que ni Higinio ni Escriche tuvieran puntería pero no pudo evitar que los locales llegaran una y otra vez sin mayor oposición.

La candidez arriba del Albacete fue lo que salvó al Zaragoza durante 89 minutos. Las paradas de Rebollo, con la mano, con el pie, y la falta de puntería de los delanteros manchegos, hacían del 0-0 un preciado tesoro para el Real Zaragoza, que tampoco mejoró con los cambios, aunque fue el recién ingresado Bermejo quien tuvo la única ocasión. Un minuto después Bernabé despejó otra de Valera, pero esta llevaba mucho menos peligro.

Aunque no ha tenido tiempo de cambiar mucho, el Real Zaragoza tiene un nuevo entrenador. Escribá ya no puede ser el culpable de todo y ahora es el momento de los jugadores, que también empiezan a ser mirados con lupa. No hay ninguno que esté rindiendo a su mejor nivel y la dinámica de resultados negativos, la cantidad de golpes acumulados una jornada tras otra, no ayuda a un equipo que se ha mostrado frágil y que, a estas alturas de la temporada, tiene muchas más dudas que certezas. De momento, la vida sigue igual en el Real Zaragoza y eso no es una buena noticia. Porque significa no jugar a nada, no tener el balón, no crear peligro y sufrir para acabar perdiendo en el último minuto de partido.