REAL ZARAGOZA

Guti, la rodilla y el corazón

El canterano fue titular en su regreso a casa tres años y medio después y estrelló en el palo el que hubiera sido el segundo gol pero se marchó llorando tras lesionarse la rodilla

Guti sale llorando del campo tras lesionarse este lunes.

Guti sale llorando del campo tras lesionarse este lunes. / JAIME GALINDO

Pintaba a noche para el recuerdo y acabó siendo de corazones rotos. Tres años y medio después, Raúl Guti volvía a casa, a La Romareda, y lo hacía como titular en el mediocentro por la baja por amonestaciones de Aguado. El Real Zaragoza, intenso como pocas veces, había logrado adelantarse en una buena contra tras una recuperación y tenía el partido medio controlado ante un Sporting que apenas había inquietado a Badía. Y en el minuto 49 Guti estuvo a punto de culminar el regreso soñado de cualquier zaragocista al estampar en el poste otra buena contra del equipo aragonés.

Pero su pierna derecha quedó enredada con el defensa y el zaragozano se fue al suelo doliéndose de la rodilla. Los servicios médicos le exploraron un buen rato sobre el césped e, incluso, el doctor Ireneo de los Mártires hizo el gesto del cambio. Guti dijo que no, quiso probarse, pero un minuto después estaba tendido en el centro del campo, llorando a lágrima viva. No podía seguir.

Sus lágrimas, desconsolado, quebraron uno a uno los corazones de quienes estaban en la grada y también el del equipo. No cabía más mala suerte en el día más ilusionante para Guti y los suyos, el que llevaban jornadas esperando, desde que se abrió la posibilidad de regresar en el mercado invernal. El zaragozano apenas había tenido minutos en el Elche (solo 389 en once partidos) y volvía para recuperar sensaciones e intentar retomar su historia donde la dejó en el verano de 2020.

Pero su reestreno tuvo el peor final posible. Su salida dejó tocado al equipo. La grada enmudeció, se quedó fría, temiendo lo peor. El Zaragoza se quedó aturdido y pasó sus peores minutos sobre el campo. La rodilla de Guti les dolía a todos. Y el partido no estaba amarrado, porque solo mandaba el gol de Mollejo. El Sporting pudo aprovechar esos instantes de zozobra y asestar otro golpe más al Zaragoza, pero Edgar Badía metió la yema de los dedos a mano cambiada en un tremendo disparo de Cote que acabó estrellado en el larguero y evitó lo peor.

Cuando peor estaba el Zaragoza, mejor reaccionó el equipo aragonés. Robando y marcando. Primero lo hizo Maikel Mesa aprovechando un mal pase horizontal en la defensa sportinguista y, ocho minutos después, fue Francho quien no perdonó después de que Yáñez no atrapara un balón manso que le venía cedido. El guardameta del Sporting también se marchó entre lágrimas al lastimarse la rodilla en esa acción.

Tres robos (el primero también nació de una recuperación en el centro del campo), tres goles en uno de los partidos más plácidos que se recuerdan en la temporada. Un Zaragoza más incisivo, con más colmillo, que incluso se atrevió a combinar con acierto y estilo en algunas fases. La acción que terminó en el palo y la lesión de Guti fue una de las más precisas y vistosas de la temporada. Ademas, el conjunto blanquillo supo aprovechar a la perfección los regalos de la defensa y portería visitante.

La noche acabó bien, con una sonrisa de oreja a oreja, con la grada cantando el himno a capela, pero la felicidad no era completa. El zaragocismo se quedó pendiente del estado de la rodilla de Raúl Guti, lanzando sus plegarias para que fuera lo menos posible. Sobre la medianoche llegó el mazazo total: rotura completa de la rótula derecha y unos cuatro meses de baja. Adiós a la temporada. En el día de su regreso, que no pudo ser más cruel. El zaragocismo llora con uno de los suyos.