Real Zaragoza

Víctor: "Tendremos un futuro brillante, pero primero hay que resolver un presente delicado"

Declaración de amor de Víctor al Zaragoza en una presentación marcada por la emoción y las lágrimas del técnico, que tuvo que salir dos veces de la sala de prensa

“Tengo mucha ilusión, fuego y amor”, asegura el aragonés, que manda un claro mensaje a los jugadores. “Tienen que dar más, es muy poco lo que han dado”

“No alcanzar el objetivo en 2020 fue devastador para mí, me aniquiló totalmente como entrenador y como persona y me dejó vacío e inmerso en una soledad infinita de dolor y tristeza”

Jorge Oto

Jorge Oto

Lo que van a leer es una historia de amor. Preciosa, por cierto, aunque todavía sin final. El protagonista es un héroe idolatrado por un pueblo que celebra su vuelta para salvar al gran amor, en serio peligro. Víctor Fernández vuelve a casa para salir al rescate de un Real Zaragoza al que siente tan dentro como ese corazón que le vuelve a poder para aceptar un desafío envuelto en peligros y escollos pero al que el entrenador piensa hacer frente a base de nobleza, valor y fútbol del bueno, el de siempre. Ese que La Romareda concibe como suyo, como propio. El que le hace feliz. Como a Víctor, que en su presentación oficial como nuevo entrenador del Zaragoza, se vio obligado a salir, envuelto en lágrimas, dos veces de la sala de prensa. «Tengo mucha ilusión, fuego y amor», acertó a decir entre ambas. 

Fue Raúl Sanllehí, director general del club, el que provocó el primer llanto del técnico al desvelar lo nervioso que había estado en su presentación, apenas unas horas antes, ante la plantilla. «Me notaba raro cuando he llegado a la Ciudad Deportiva y, es verdad, cuando he ido a hablar con los jugadores casi no he podido hacerlo. No entendía cómo podía pasarme eso y ponerme tan nervioso después de tantos años, pero he podido decirles lo que quería y he sido firme y convincente tratando de ser el líder desde el primer momento sin pasar por esto», decía Víctor en referencia a su primer sofocón.

A duras penas, con los ojos siempre vidriosos y la voz entrecortada, el aragonés sufrió de lo lindo en una comparecencia que ya es historia. «No llego como salvador, sino como uno más desde la humildad», asevera. «Lo importante no soy yo. Si vengo como el tercer entrenador de la temporada significa que las cosas no van bien. Estamos en peligro y obligados a estar en alerta máxima y por eso les he pedido a los jugadores que sean responsables y maduros a la vez que debemos tener capacidad de autocrítica para enderezar esto. No lo estamos haciendo bien y es momento de dar algo a la afición», advirtió el zaragozano.

Porque Víctor tiene claro que todo pasa por sus futbolistas. «Tienen que dar más, es muy poco lo que han dado. Les voy a exigir mucho más y para ello hay que crearles el espacio adecuado», subraya el entrenador, que promete «meterles caña para que tengan los ojos bien abiertos porque hay mucho nubarrón sobre nosotros y hay que despejar esto rápido. Estamos en sus manos y ellos serán los grandes protagonistas». Y en esa creación del hábitat adecuado, Víctor será Víctor. Reconocible cien por cien. «Se trata de poner a los jugadores donde puedan mostrar todas sus cualidades y luego encontrar el sistema que mejor corresponda a esas cualidades. La propuesta no será distinta de cómo soy y de lo que reclamaría como aficionado. Jugaremos como siempre hacen mis equipos: proponer, llevar la iniciativa y todo girando alrededor del balón».

"La propuesta no será distinta de cómo soy y de lo que reclamaría como aficionado. Jugaremos como siempre hacen mis equipos: proponer, llevar la iniciativa y todo girando alrededor del balón"

Todo para lograr el objetivo de sacar a flote y llevar a puerto una nave a la deriva. «Lo vamos a conseguir. Un amigo me decía que la última vez que vine se necesitaba una heroicidad. No es el caso ahora, aunque hay un peligro y una amenaza». Ya habrá tiempo de mirar más allá y del desafío de devolver al Zaragoza a Primera. «Primero hay que mirar cerca para luego mirar lejos. Nunca tendremos un futuro espléndido y brillante si no resolvemos primero un presente delicado», sentencia el preparador.

Pero su regreso incluye un componente envuelto en afán de revancha. Víctor admite que no haber conseguido el ascenso en 2020, cuando la pandemia lo cambió todo, le destrozó. «Fue devastador, me aniquiló totalmente como entrenador y persona, me dejó vacío de energía e inmerso en una soledad infinita de dolor y tristeza por no alcanzar el objetivo. No sabía si quería entrenar otra vez y no tenía como objetivo inmediato volver al Zaragoza, pero aquí estoy», casi susurró el preparador aragonés en la recta final de una intervención envuelta en zaragocismo.

El desafío es mayúsculo y la dificultad aumenta ante la entidad del primer escollo. La visita, el domingo, del Espanyol anuncia problemas, pero Víctor lo tiene claro. «Por supuesto que se le puede ganar y vamos a ganar. Tenemos que salir con esa mentalidad. El rival es el mejor equipo de Segunda y el que más recursos y potencial tiene, aunque no lo esté demostrando. Pero nosotros deberíamos estar más arriba y la gente nos va a apoyar», avisa Víctor para rubricar una declaración de amor sellada, por supuesto, con un beso al escudo sobre el prado.