La opinión de Sergio Pérez

El 'caso Francés' y el Larry Bird del Real Zaragoza

Larry Bird, mítico alero de los Celtics, se formó en la universidad de Indiana State. Desde entonces, allí se dice lo siguiente: “Esfuérzate por ser el segundo mejor. Nunca alcanzarás a Larry Bird”. Eso le sucede a Alejandro Francés en este Real Zaragoza que purga penas eternas en Segunda División. Nadie puede alcanzarlo.

Alejandro Francés, en un entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva.

Alejandro Francés, en un entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Larry Bird necesita poca carta de presentación. Leyenda de la NBA de los años 80, ganador de tres anillos con aquellos legendarios Celtics de Boston, está considerado uno de los mejores aleros de la historia del baloncesto. Con él, y con los Lakers del showtime, coetáneos con Bird, cambió el juego y alcanzó una dimensión planetaria. Larry se formó en la universidad de Indiana State, una pequeña academia de Estados Unidos, por usar un término habitual en el lenguaje de Jorge Mas, a la sombra de los míticos Hoosiers.

Bird es la gran referencia histórica de Indiana State, casi la única. Es tanta la distancia entre el ex de los Celtics y el resto que a todo el que llega allí siempre se le dice la misma frase: “Esfuérzate por ser el segundo mejor. Nunca alcanzarás a Larry Bird”. Hace poco lo recordaba Robbie Avila, un pívot que alcanzó la condición de viral por su particular figura física (poco moldeado muscularmente) y, a pesar de ello, una habilidad innata para anotar, para ver el juego con lucidez y asistir, casi cuatro pases de canasta por partido jugando de cinco. Un mini Jokic, por entendernos.

En Indiana State nadie alcanzará a Larry Bird y en este Real Zaragoza nadie está a la altura de Francés. En el primer partido de la era de Víctor Fernández, Alejandro fue magno, a pesar de la derrota frente al Espanyol por 0-1, gol en el que Javi Puado le ganó la espalda al canterano para que saliera en la foto después de una acción que se enredó mucho antes. Primero, con una presión deficiente en la salida del balón visitante y, luego, por la banda derecha de la defensa local por una mala basculación, una mala colocación del equipo y una defectuosa ocupación de los espacios que penalizó a Mouriño, movido a ese costado por Víctor por la desconfianza que le producen Gámez y Zedadka. Puado le tendió una trampa arrastrándolo.

Esto ocurrió en la primera parte y Francés, castigado en la acción del remate por un error en cadena del equipo y de ajuste del uruguayo en el lateral diestro, se rehízo como los grandes jugadores. En la segunda parte protagonizó las acciones ofensivas más peligrosas: un cabezazo a la salida de un córner que a punto estuvo de colarse en la meta de Joan García y una acción que culminó en el segundo palo con un testarazo defectuoso tras entrar con determinación en carrera.

Todo eso, pero sobre todo una colección de jugadas defensivas de altura, además de un serial de pases de central de nivel, brújula del juego desde atrás. Después de una campaña pasada irregular, Francés ha recuperado su tronío. Juega con jerarquía, aunque lógicamente con 21 años tiene muchas cosas por pulir. Esta semana estará con la selección española sub-21, de la que es capitán. Su cotización ronda los 4 millones de euros, menos de la mitad de su cláusula actual. Termina contrato en 2025 y este verano, si el Zaragoza permanece en Segunda, que todo apunta a ello salvo extrañísimas complicaciones finales, su nombre volverá a estar iluminado por los grandes focos del mercado. Habrá ‘caso Francés’ porque su sitio no es la Segunda División. No es como Bird, pero en este Zaragoza nadie puede alcanzarlo.