Consecuencias de la inflación

La inflación obliga a los hogares a 'apretarse el cinturón': así afecta a las campañas solidarias en Aragón

En las colectas apenas se recoge aceite o leche por el disparatado aumento de su precio pese a ser dos de los productos más necesarios

La mitad de la ropa donada no está en condiciones de ser reutilizada debido a su uso y el 17% va directamente al vertedero

Recogida de enseres durante este verano en el Banco de Alimentos de Zaragoza.

Recogida de enseres durante este verano en el Banco de Alimentos de Zaragoza. / ANDREEA VORNICU

Carlota Gomar

Carlota Gomar

En el zaragozano barrio de Las Fuentes cada vez son más los vecinos que acuden a la asociación Civitas en busca de uno de los lotes de comida que reparte entre las familias en exclusión social. Esta entidad es una de tantas. Un salvavidas para muchos que buscan con desesperación ayuda para poder llenar –a duras penas– la nevera.

Es lo que le sucede a Orlando, un venezolano afincado en la capital desde hace dos años. «No fue fácil dar el paso, pero tengo un hijo y al final haces lo que sea para ofrecerle lo mejor», explica sin esconder la desesperación que le supone no tener un empleo estable. «Lo difícil fue conseguir los papeles que certifican que somos una familia en exclusión social. Entre los documentos que te piden y el tiempo que tardas en darte cita en la Administración estuve más de dos meses», comenta. Ahora va tirando con las cajas de alimentos de la asociación vecinal.

El impacto de la inflación es tal que no hace falta estar oficialmente en exclusión social para tener problemas para llenar el carro de la compra. La subida de los precios afecta a todos los hogares y las donaciones se están viendo resentidas por la pérdida generalizada del poder adquisitivo. Cuando en casa hay que apretarse el cinturón, los donativos acaban colocándose entre esos gastos de los que uno puede prescindir.

Ni aceite ni leche

Bien lo saben en el Banco de Alimentos. La Gran Recogida de noviembre no obtuvo el resultado que se esperaba, aunque sí permitió constatar que las cosas han cambiado y que hay productos que han desaparecido de la lista de donaciones, como la leche o el aceite. Precisamente, dos de los productos más caros del mercado. «Con la leche que hemos recogido no tenemos ni para 15 días», lamentan desde la entidad. Del aceite mejor ni hablar porque «es tan residual que ni se cuenta».

Según el INE, el precio del aceite de oliva se ha disparado por encima del 30% en un año. El del azúcar un 42,5%, el de la leche un 14,1%, igual que los lácteos. Pero esto no acaba aquí, porque el precio de los alquileres, desorbitado desde hace tiempo, sigue al alza, y el año pasado batieron récord en 35 capitales de España, entre ellas las tres aragonesas. Así pocos son los bolsillos que no se resienten.

Lotes de alimentos preparados por la asociación Civitas del zaragozano barrio de Las Fuentes.  | SERVICIO ESPECIAL

Lotes de alimentos preparados por la asociación Civitas del zaragozano barrio de Las Fuentes. | SERVICIO ESPECIAL / carlota gomar

«La pérdida de poder adquisitivo de las familias se traduce en una menor capacidad para poder participar en las campañas de donaciones, mermando la voluntariedad de la gente», admiten desde el Banco de Alimentos de Zaragoza, que avisan de que cada vez reciben menos, pero también les cunde menos el dinero. «Con menos compramos a precios más altos» así que el resultado final es desolador.

En plena polémica por la decisión del Gobierno de España de acabar con la imagen de las colas del hambre y optar por las tarjetas monedero que hace años que utiliza el Ayuntamiento de Zaragoza, en el Banco de Alimentos de Zaragoza ultiman el recuento de sus existencias. En la última recogida, las donaciones físicas cayeron un 40% (de 87.000 kilos en 2022 a 50.751 en 2023) y las económicas un 20% (de los 450.000 a los 335.585 euros).

Por poner ejemplos más claros. La leche es uno de los productos que más se reclama, sobre todo en aquellas familias con menores. En el primer semestre de 2023, el Banco de Alimentos llenó cuatro camiones, lo que equivale a unos 22.500 litros. Cada vehículo se carga con 20 palés y en la última recogida tan solo se alcanzaron dos palés. «Así solo tenemos leche para seis meses», apuntan desde la entidad, que admite que siempre acaban consiguiendo ayudas privadas.

Los más necesitados

Civitas, con unas 1.500 familias apuntadas, no es la única asociación a la que dona el Banco de Alimentos. También la Obra Social del Comedor del Carmen proporciona alimento a diario a unas 250 personas, con picos de hasta 280. «Hemos notado la carencia en las donaciones de productos como el aceite o la leche», explican desde la obra social, que de un modo u otro siempre consigue cubrir las necesidades básicas de los que menos tienen. «El problema que tenemos es que la demanda es tan alta que cada familia solo recibe un lote cuatro o cinco veces al año, pero comen los 12 meses. Así no solucionamos nada», apunta el responsable de Civitas, Laureano Garín.

La ropa, un bien preciado

La crisis también se nota en la donación de ropa. Aunque bien es cierto que la cantidad de textil es similar ala de años anteriores, la calidad ha cambiado y el porcentaje que puede reutilizarse ha descendido. El sector no es ajeno a la crisis económica y la subida de precios, por lo que renovarse el armario resulta mucho más caro. De media, cada año se consumen entre 8 y 9 kilos de ropa por habitante y se mandan al cubo de la basura 390.000 toneladas de textil. Pero la subida generalizada de los precios obliga a estirar las prendas, de manera que llegan a los contenedores de aRopa2 más desgastadas.

El año pasado llegaron hasta sus almacenes 1.974 toneladas, frente a las 1.922 toneladas de 2022. Del total, el 55% pudo reutilizarse, un 5% menos que hace tan solo un año. «No es que la gente done menos, pero sí que hemos notado que las prendas que llegan están más usadas», admite el coordinador de aRopa2, Julio Cortés. Así pues, el 17% de la ropa ha tenido que ir directamente al vertedero, mientras que el 28% tiene que derivarse a otros gestores de residuos para su reciclaje, bien para volver a hacer hilo o para borra con la que se generan otros productos, como aislantes para la producción.

Donde sí han experimentado un incremento es en el número de personas que acude a su nave para comprar prendas de segunda mano. Hasta un 50%. Dice Cortés que los jóvenes están cada vez más concienciados con el medio ambiente y optar por reutilizar los textiles pero, claro está, los precios son mucho más bajos y asequibles que en una tienda.

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