La opinión de Sergio Pérez

El impacto de Víctor Fernández y el Zaragoza 24-25, en barbecho

Numéricamente, la vuelta de Víctor Fernández está siendo pobre: 9 puntos de 24 posibles. Su impacto hay que buscarlo en esferas sobre todo intangibles: el efecto calmante que produjo su llegada, el suelo que fijó con la victoria de Huesca y el empate de Leganés, la capacidad de llegar más al área rival y de generar más ocasiones y una fuerza interior mayor para reaccionar a los golpes del rival.

Víctor Fernández se desgañita dando instrucciones a sus jugadores en la banda de La Romareda ante el Burgos.

Víctor Fernández se desgañita dando instrucciones a sus jugadores en la banda de La Romareda ante el Burgos. / JAIME GALINDO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Desde su llegada al banquillo, el Real Zaragoza de Víctor Fernández ha dado un paso adelante y otro atrás para seguir prácticamente en el mismo sitio. En realidad, con los puestos de descenso algo más próximos, concretamente dos puntos más cerca desde su debut. Estadísticamente, la vuelta del técnico está lejos de haber sido glamurosa. En estas ocho primeras jornadas, sus números han sido muy discretos: 9 puntos conseguidos de 24 posibles. Por hacer una analogía dentro de la temporada en curso, empeoran los primeros nueve de Julio Velázquez (11 de 24).

A pesar de todo ello, que las cosas son como son más allá de cualquier relato, el cambio de entrenador fue un acierto. El Zaragoza de Velázquez se estaba precipitando al vacío. Es mejor que no se detengan ni un segundo en pensar qué podría haber sido del equipo sin el imprescindible volantazo en el banquillo de principios de marzo. De pensarlo les entrarán sudores fríos.

Numéricamente, Víctor ha estado mal hasta ahora. Su impacto hay que buscarlo en otras esferas más intangibles. La primera es que su presencia ha ayudado a sumar puntos por el efecto calmante que produjo su fichaje en la masa social. La crispación, el alboroto y los nervios dejaron de restar. De hecho, ese clima templado sigue vigente, muy especialmente en La Romareda y a pesar de que los resultados continúan siendo pobres, con más decepciones que alegrías.

La segunda es que el fichaje de Víctor produjo también un efecto suelo en la caída del equipo, algo que parece secundario pero que no lo es. Al igual que el primer Velázquez, que lo hizo bien y cumplió perfectamente a su llegada, el aragonés también logró frenar aquel despeñamiento tan acusado. Producto de ello, el Real Zaragoza ha sumado algunos puntos muy valiosos, especialmente con el 4 de 6 entre Huesca y Leganés, que lo alejaron de la zona de descenso a una distancia prudencial. Ese peligro parecía lejanísimo hace unos meses pero estas semanas ha estado por momentos más cerca de lo que nadie hubiera imaginado. En el filo de cualquier pequeño detalle.

Y la tercera, una mayor capacidad para generar llegadas y ocasiones, junto con un colmillo más afilado para reaccionar ante los golpes del rival durante los partidos. Eso lo ha insuflado Fernández a sus jugadores. A fuerza de tener una voluntad ofensiva más elevada, que también ha servido para desvestir el santo por la defensa, el equipo ha sabido rehacerse de varias situaciones adversas. Le dio la vuelta al marcador en Huesca, empató en Leganés un 1-0 en contra, volteó al Tenerife cuando los canarios empataron o le igualó el 0-1 al Elche. Todo al calor de la mejoría discontinua de algunos futbolistas, como Azón, Liso, Moya o Aguado. Francés, que ante el Burgos flaqueó, ha sido el de mejor nivel durante toda la Liga.

Poco más. En cuestiones pragmáticas, el Zaragoza de Víctor está siendo tan pobre como los anteriores. A falta de cuatro partidos, tiene la permanencia bien encaminada pero todavía sin resolver. Mientras no lo haga, el Zaragoza 24-25, que será completamente diferente y difícilmente reconocible, continuará en obligado barbecho.