EL MERCADO LABORAL

Baile de empleos en Aragón: así se fragua la búsqueda de informáticos, camareros, transportistas y albañiles

Cada vez son más los sectores en los que las empresas tienen problemas para encontrar mano de obra cualificada

El problema es tan polémico en la hostelería como desconocido en el caso de los transportistas

Dayana Arango se forma en la Fundación Laboral de la Construcción con apenas 17 años.

Dayana Arango se forma en la Fundación Laboral de la Construcción con apenas 17 años. / EL PERIÓDICO

Gabriel Ubieto

La escasez de perfiles no es un problema único del mercado laboral español. «Pay them more», les susurraba el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a sus empresarios para que solventaran el problema. También pasa en Alemania, si bien sus tasas de paro, cuatro veces inferiores a las de España, lo hacen más comprensible.

Desde pioneras empresas tecnológicas (un sector que lleva años poniendo de manifiesto que uno de sus principales frenos de crecimiento es la falta de perfiles técnicos) hasta panaderías de toda la vida, los motivos de esa carestía de profesionales son diversos. En casos como la hostelería han sido polémicos. Otros, en cambio, como el caso de los conductores de camiones, desconocidos para el público general. Y las cifras para cuantificar el alcance del fenómeno poco fiables, ya que según las estadísticas oficiales los puestos vacantes apenas alcanzan los 150.000 en toda España, si bien el 72% de las empresas, según la patronal CEOE, afirma tener problemas para encontrar perfiles. 

Informáticos: las empresas se los rifan y eso se nota en los salarios

Si hay una profesión que está absorbiendo personas de otros sectores con las manos abiertas es la informática. Y aun así a las empresas les cuesta encontrar gente, ya que la formación de nuevos profesionales es rápida, pero la demanda empresarial crece todavía más rápido. Los salarios están por encima de la media. Son entre un 30% o 50% superiores para especialistas en ciberseguridad, por ejemplo. Desde Tecnara, el clúster TIC de Aragón, estiman que en la comunidad hay unas 2.000 vacantes en este sector.

Para paliar el déficit de profesionales, esta asociación viene desarrollando actividades en materia de formación y empleo desde el año 2015 a través de su Tecnara Academy, donde forma de cero a perfiles de programadores junior con unas elevadas tasas de inserción laboral. La alternativa en el sector privado son los bootcamps: formaciones exprés, intensivas y con precios que pueden rondar los 12.000 euros. De pocos meses y pensados tanto para noveles como para personal que quiera especializarse. 

"Me sigo formando; veo muchas oportunidades"

«He aterrizado casi por casualidad en el mundo de la informática pero ahora no me veo en otro sitio», asegura la venezolana Raciel Uzcanga, de 26 años, que llegó a Zaragoza en 2017. Desde entonces no ha dejado prácticamente de trabajar, pero hasta hace lo hacía en el sufrido sector del telemarketing o de comercial en tiendas. «Buscaba estudiar algo que tuviera más salida. Entonces me llamaron del Espacio Joven de Ibercaja para ofrecerme un curso en el que les faltaba una persona».

Raciel Unzaga, una joven venezolana que decidió formarse el sector TIC.

Raciel Uzcanga, una joven venezolana que decidió formarse en el sector TIC. / EL PERIÓDICO

Se trataba de una formación de 800 horas sobre Programación Full Spack, impartida por Tecnara, el clúster aragonés del sector TIC. «El curso me cambió la vida», afirma. A los pocos días de terminarlo, logró un empleo en Idea Consulting, donde lleva siete meses. Además de las mejores condiciones laborales y salariales que tiene en relación a sus anteriores trabajos, «ahora siento que se me valora». «Y eso que soy lo que se considera una junior», añade. «Me sigo formando porque veo muchas oportunidades de crecer en este sector». Prueba de ello es el grado superior de FP de desarrollo de aplicaciones que realiza a distancia en el CPIFP Bajo Aragón de Alcañiz. «A mi pareja le ha pasado algo parecido. Ha dejado de ser camarero por la tecnología», asegura.

Si hay una profesión que está absorbiendo personas de otros sectores con las manos abiertas es la informática. Y aun así a las empresas les cuesta encontrar gente, ya que la formación de nuevos profesionales es rápida, pero la demanda empresarial crece todavía más rápido. Los salarios están por encima de la media. Son entre un 30% o 50% superiores para especialistas en ciberseguridad, por ejemplo. Desde Tecnara, el clúster TIC de Aragón, estiman que en la comunidad hay unas 2.000 vacantes en este sector. Para paliar el déficit de profesionales, esta asociación viene desarrollando actividades en materia de formación y empleo desde el año 2015 a través de su Tecnara Academy, donde forma de cero a perfiles de programadores junior con unas elevadas tasas de inserción laboral. La alternativa en el sector privado son los bootcamps: formaciones exprés, intensivas y con precios que pueden rondar los 12.000 euros. De pocos meses y pensados tanto para noveles como para personal que quiera especializarse.

Transporte: sin mili obligatoria y con la DGT atascada, faltan conductores

La mili era una de las principales canteras de batallitas y de conductores de vehículos pesados de España. Muchos aprovechaban el tedio del acuartelamiento para sacarse los permisos de conducir de camiones y autobuses. El problema ha venido cuando, sin servicio obligatorio, esta profesión poco vocacional y nada glamurosa se ha ido quedando sin gente. A esas desventajas, se suma un atasco en la DGT para sacarse los permisos que puede alargar sobre los nueve meses el curso para conductor de autobús. Más de 12 meses en el caso de los camioneros.

Si una persona busca un trabajo estable, carece de formaciones superiores y aspira a un sueldo medio, este es su gremio. «Quien trabaja en el transporte, trabaja. Las empresas nos llaman constantemente pidiendo gente. La tasa de inserción es prácticamente el 100%», explican desde la autoescuela Oliván de Zaragoza, que lleva desde 1960 dando formación para permisos profesionales de conducción. «Es fundamental potenciar las prácticas en las empresas», apuntan. 

Rafael Fernández: "He servido al Ejército 26 años y decidí formarme en algo nuevo"

De militar a conductor de camión. Es el salto que ha dado Rafael Fernández Caballero, que ha logrado en poco tiempo reciclarse y encontrar una nueva profesión en un sector con una creciente demanda de mano de obra. «He estado sirviendo en el Ejército durante 26 años y por el tema de ley de tropa, a los 45 años tuve que dejarlo y decidí formarme en algo nuevo», explica. Tras sondear cuáles son las profesiones más en auge en Aragón, seleccionados: transportista y profesor de escuela. Optó por la primera y se formó para ello en la autoescuela Oliván, un referente en Zaragoza para permisos profesionales de conducción. En este centro obtuvo el CAP (Certificado de Aptitud Profesional), un requisito indispensable para trabajar en el transporte profesional y ADR, la licencia para mercancías peligrosas. «He tenido que reciclarme porque mi experiencia profesional en la mili no tiene nada que ver con la vida civil», apunta Rafael, que vive en Grisén (Zaragoza). «Afortunadamente, a los pocos meses de formarme, me llamaron de la autoescuela para ofrecerme un trabajo». Así es como enganchó en Carburantes Peñaflor, donde lleva un mes. 

Hostelería: el personal migró a otros gremios con el covid

«Toda la vida en hostelería se ha trabajado media jornada, de 12 a 12». Declaraciones como las del presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería de España, el zaragozano José Luis Yzuel, no ayudan a hacer de la hostelería un sector atractivo. Matizó después y defiende que hay que renovar el sector, pero lo cierto es que hay miles de empleados que marcharon a probar suerte a otros gremios.

Según la última encuesta de la EPA, es el segundo sector que menos paga a su gente, 1.389 euros brutos al mes, lo que llevó a una movilización en Zaragoza por una subida salarial que puso en jaque las Fiestas del Pilar. A pie de calle, todos dicen que faltan manos, bien por salarios, bien por la difícil conciliación de unas jornadas laborales que el mercado laboral rechaza de plano. Sin embargo, aunque muchos rehúsen el debate, faltan manos. La solución, dicen todos los agentes implicados, pasa por la formación en escuelas de hostelería públicas. En Zaragoza solo está el IES Miralbueno y en Huesca, la de referencia, se quedaron el curso pasado 9 de las 30 plazas sin cubrir. 

Javier Lázaro, con su uniforme antes de entrar a trabajar.

Javier Lázaro, con su uniforme antes de entrar a trabajar. / EL PERIÓDICO

Javier Lázaro: "Me considero hostelero, pero he sido un ‘freelance’"

«Me considero hostelero, pero en realidad he tenido que ser un freelance que ha trabajado de todo, hasta de árbitro de fútbol y jardinero. Si fuera por mí, habría trabajado siempre en la hostelería si hubiera tenido un buen sueldo porque me da igual trabajar en festivos y los fines de semana, pero te tienes que buscar la vida». Lo dice Javier Lázaro, que cuando tenía 20 años, en pleno «boom de Masterchef», apareció en el IES Miralbueno para apuntarse al grado de cocina. No hubo suerte, porque no había plazas, por lo que se metió al de personal de sala.

«Me encontré un gremio en el que cada cliente es una oportunidad de mostrar tu experiencia y tus ganas. Es todo lo contrario a trabajar en una oficina, porque un camarero no solo sirve, sino que sabe leer los lenguajes corporales y es un amigo, un compañero», explica Lázaro. Así que buscó para ampliar su abanico formativo. Aprendió de jamón, vinos, coctelería o presentación y así fue como ahora se lo rifan en los restaurantes. Y aún así, el sector no termina de premiarle. «El último sitio del que me fui me tenía como ayudante de camarero con 10 años de experiencia. Me ha sido fácil encontrar trabajo, pero hay que cumplir con el convenio», dice. 

Construcción: se vuelven a pedir profesionales 15 años después de la burbuja

No hay manos para tanta obra. La construcción ha renacido tras el crac de la burbuja inmobiliaria y ahora, impulsados por la rehabilitación y las grandes obras que los fondos europeos financian, el sector necesita en Aragón cerca de 10.000 trabajadores más. Cuando la burbuja estalló, muchos de esos jóvenes que se configuraron la orgullosa clase media española tuvieron que volver a estudiar siendo ya no tan jóvenes.

Hoy, 15 años después, el sector vuelve a estar necesitado –si bien a otro nivel– de peones, cualificados y no cualificados. Trabajo casi seguro, pero a costa de esfuerzo físico, peligroso (la siniestralidad es el doble que en la industria y cinco veces más que en los servicios, más si cabe en este año negro en Aragón) y un salario que no siempre supera el mínimo si uno no posee una cualificación. Porque ahí está la clave: formación y cualificación para garantizar el futuro de un sector en el que cada vez hay más empleo extranjero y existe un cuello de botella en la entrada de jóvenes al oficio.

Dayana Arango: «Es bueno pasar por la FP antes de ir a la universidad»

En casa de Michelle Dayana Arango se respira construcción. Es normal: tienen una empresa familiar de reformas y la hija, que ahora tiene 17 años, no se ha desviado del camino. Ocurre que se ha interesado por la arquitectura, pero le han recomendado poner primero los cimientos de su conocimiento: albañilería, maquinaria, prevención, revestimientos o alicatados. De todo ello aprende en la Fundación Laboral de la Construcción, que tiene su sede aragonesa en Villanueva de Gállego, donde imparten cursos de formación para gente de todas las edades.

«Estoy aprendiendo la base de todas las familias del mundo de la construcción. Creo que es importante pasar por aquí, porque muchas veces ves que la gente en la universidad va perdida en la carrera porque no tienen los conceptos básicos», explica Arango, que cursa el primer año de grado medio, para pasar después al superior y por último intentar entrar en Arquitectura. Su caso es especial por el simple hecho de formar parte de la cuota femenina del sector de la construcción, históricamente ligado a los hombres. «Va lento, pero la cosa está empezando a cambiar», concluye.