Un referente de la música aragonesa

Mauricio Aznar agranda su leyenda

La película 'La estrella azul' y otros proyectos paralelos reivindican la figura del músico aragonés 

Mauricio Aznar, Víctor Jiménez, Mariano Ballesteros y Miguel Mata, los Más birras, en 1987.

Mauricio Aznar, Víctor Jiménez, Mariano Ballesteros y Miguel Mata, los Más birras, en 1987. / Gonzalo Bullón

Rubén López

Rubén López

Mauricio Aznar murió el 2 de octubre del año 2000, pero su figura y sus canciones respiran a pleno pulmón. La leyenda del músico y poeta aragonés no ha dejado de crecer desde entonces y en estos últimos meses ha ascendido hasta los cielos aupada por los diferentes proyectos concentrados en torno a su vida y su obra. Sin duda, 'La estrella azul' destaca entre todos ellos. La ópera prima del zaragozano Javier Macipe, estrenada el viernes en los cines de toda España, ha reivindicado la figura del líder de Más birras acumulando elogios allá por donde va. En el Festival de San Sebastián, por ejemplo, recibió el premio del Jurado de la Juventud.  

De forma paralela han ido surgiendo otros proyectos en torno a la vida del músico del barrio de Casablanca, como la primera gran biografía de los Más birras, escrita por Jorge Martínez, o el libro que acaba de publicar Jaime González sobre la historia de Almagato, el grupo que él y Mauricio Aznar fundaron a mediados de los años 90 para dar rienda suelta a su pasión por el folclore argentino. Ahora, además, su cancionero va a volver a brillar en directo gracias a los conciertos puntuales que va a ofrecer la banda de la película.

Todos estos proyectos no han hecho sino revivir la figura de un músico cuya pulsión creativa empezó a forjarse en la adolescencia en los futbolines de Casablanca, el único lugar del barrio zaragozano donde se podían escuchar discos de vinilo en aquella época. Allí, con apenas doce años, coincidió con Gabriel Sopeña y poco a poco se fue fraguando uno de los tándems creativos más potentes que ha dado Aragón en el terreno musical.

Su primera canción juntos la compusieron a los 14 y unos cuantos años después esculpieron a cuatro manos 'Apuesta por el rock and roll' –convertida ya en un himno– y otros muchos temas. «Mauricio es el mayor genio con el que he trabajado nunca y el artista más total que ha dado esta tierra», sintetiza Sopeña, que no fue integrante oficial de sus bandas pero le acompañó siempre en el apartado creativo. 

La fuerza de la música

Los Golden Zippers, creado en 1981 con el rockabilly por bandera, fue el primer grupo serio de Mauricio Aznar. De ahí surgió en 1985 la semilla de los Más birras, con los que alcanzó su mayor éxito y alcance nacional. Lo sabe bien Mariano Ballesteros, el saxofonista del grupo. «En el resto de España no fue algo masivo como aquí, pero teníamos seguidores en todas las ciudades en las que tocábamos. Y lo más importante es que hay media docena de temas que han subsistido 30 años después. Las canciones viven mientras la gente las escucha, esa es la fuerza de la música», subraya Ballesteros.

El saxofonista se incorporó a Más birras un poco después de la fundación del grupo y cuando Mauricio, Miguel Mata (bajo) y Víctor Jiménez (batería) ya habían grabado la primera maqueta: «Un amigo común me dijo que estaban buscando saxofonista y la verdad es que congeniamos desde el primer día. Fue una gran época. En el local teníamos una mesa camilla para apoyar las cervezas y todo surgía alrededor de ella». 

Allí nacieron o se acabaron de moldear canciones ya míticas como 'Apuesta por el rock and roll' (la que les ayudó a dar el salto) o 'Maldita sea mi suerte'. «Esta última salió en una tarde, fue de las más rápidas. Mauricio vino con la idea esbozada y la letra a medio hacer, le empezamos a dar ese toque rockabilly-country en el local y luego metimos ese saxo tipo charanga que no pegaba ni con cola pero que ahora le encanta a la gente», recuerda entre risas Ballesteros, que destaca el «gran carisma» de Mauricio: «Era muy buena gente, muy divertido y llamaba la atención con su elegancia y su tupé, que era el más grande la ciudad».

El saxofonista (miembro luego de otras bandas como Jahsta o los Coringas) recuerda que siempre les unió una relación especial, porque a ambos les gustaban otros estilos más allá del rock. «A mí me gustaba mucho la música argentina y a él ya le gustaban los tangos por esa época. También escuchaba a Atahualpa Yupanqui pero las primeras milongas las escuchó en mi casa. Yo le ponía a Jorge Cafrune o José Larralde y él me ilustraba del rock de los 60», comenta Ballesteros, que recuerda con nitidez cuando Mauricio volvió del viaje a Argentina, el que recrea la película: «Vino entusiasmado con las chacareras y ya con otras inquietudes musicales».

Todo eso, unido a una crisis que redujo mucho el número de bolos y la llegada de nuevos géneros musicales como el grunge, acabaron por disolver la banda en 1993 de forma «totalmente amistosa».

Pasión por las chacareras

El rocker del barrio de Casablanca siguió entregándose al folclore argentino, una pasión que pronto le unió con el músico zaragozano Jaime González. «Nos conocimos en 1994 y al poco ya empezamos a hacer música. Recuerdo que decía que le había dejado de ilusionar el rock. En sus viajes a Argentina encontró músicas de gran calidad, letras sumamente profundas y una nueva filosofía de vida», resume González.

Unidos por las chacareras y las milongas, ambos fundaron en 1997 el grupo Almagato, un proyecto que continúa en la actualidad. «Es un poco injusto que solo se conozca el lado rock de Mauricio porque muchos de sus temas de esta época no tienen nada que envidiarle a los de grandes artistas argentinos», destaca González, que aplaude la película de Macipe: «También va a ayudar a que se difunda el foclore argentino, que era lo que quería Mauricio». 

González cuenta todos esos primeros años de conexión con Aznar y la historia de Almagato en un libro que acaba de publicar la editorial Pregunta: «En los últimos años he ido subiendo publicaciones a Facebook de nuestras andanzas en esa época y Jorge Martínez me comentó que por qué no las juntaba y las ampliaba un poco, y al final me animé».

En 'Mauricio Aznar y Almagato. La historia', González recuerda los viajes que el grupo hizo a Argentina y en los que el músico del barrio de Casablanca fue «totalmente feliz». Casi 25 años después, ese «chico genial y que nunca hablaba mal de nadie» se ha convertido en un mito y ha pasado a engrosar esa reducida lista de artistas que siguen vivos en el corazón de muchas personas. Si no lo era ya, ahora sí, Mauricio Aznar es definitivamente eterno. 

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