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El reinado de Jaime II

Jaime II de Aragón ante las Cortes.

Jaime II de Aragón ante las Cortes. / EL PERIÓDICO

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

En este día de reyes que celebramos este sábado, toca regresar a la colección de artículos de esta sección en la que de vez en cuando se relatan los reinados de los diferentes monarcas que ocuparon el trono aragonés a lo largo de la historia. Y el elegido como protagonista para esta ocasión es Jaime II, uno de los reyes más importantes para la Corona de Aragón y que, en cambio, no suele tener mucho protagonismo ni es de los más conocidos. Tan sólo hubo dos reyes Jaime, pero está claro que todo el protagonismo se lo lleva su antepasado apodado como «el Conquistador», debido a la importante expansión territorial que vivió la Corona durante su reinado. ¿Pero qué pasa con Jaime II el Justo?

Nació en la ciudad de Valencia el 10 de abril del año 1267, siendo sus padres el que era el hijo y heredero de su abuelo (Jaime I), es decir, el futuro rey Pedro III el Grande, y su esposa Constanza de Sicilia. Sin embargo, el infante Jaime no estaba predestinado a convertirse en rey de Aragón cuando nació, ya que por delante suyo en la línea de sucesión estaba su hermano mayor, quien subió al trono como Alfonso III. Para comprender mejor este galimatías de parentescos, hay que ordenar un poco el que fue un intenso último tercio del siglo XIII.

En primer lugar, en 1276 falleció Jaime I el Conquistador tras haber ocupado el trono aragonés durante más de sesenta años, llegando entonces al trono su hijo Pedro III el Grande. Este trató de continuar con las políticas de expansión por el Mediterráneo desarrolladas por su padre, y su gran objetivo fueron Sicilia y Nápoles. Por entonces, estas conformaban un único reino bajo soberanía de la dinastía francesa de los Anjou, que unos años antes habían destronado a los Hohenstaufen. Tan sólo quedaba viva una descendiente de ese linaje de origen germano, Constanza de Sicilia, quien estaba casada con el monarca aragonés. Aprovechando los derechos al trono napolitano que esta tenía, Pedro III de Aragón inició una larga guerra en el año 1282 que enfrentó durante dos décadas a la Corona aragonesa con Francia y el papado. Mientras tanto, Pedro III falleció en 1285 subiendo al trono su primogénito Alfonso III, el hermano mayor de nuestro protagonista. A este monarca le tocó lidiar con una situación peliaguda, pues tanto él como su padre habían sido excomulgados por el papa a la par que la guerra continuaba. Pero tras sólo seis años en el trono, Alfonso III murió sin dejar descendencia, por lo que fue entonces cuando le llegó el turno a Jaime II el Justo. Fue rey entre los años 1291 y 1327, y sin duda su gobierno tuvo una enorme influencia en la historia de la Corona de Aragón a pesar de que no sea de los monarcas que más se suele hablar cuando se trata la historia aragonesa.

La conquista de Almería fue uno de los pocos fracasos de Jaime II.

La conquista de Almería fue uno de los pocos fracasos de Jaime II. / EL PERIÓDICO

Por un lado, fue el monarca que consiguió poner fin a ese conflicto enquistado que había sido la Guerra de las Vísperas Sicilianas, gracias a la cual la isla de Sicilia empezó a estar en la órbita de la Casa de Aragón, aunque todavía tardaría bastante tiempo en formar parte de la Corona. Por otro, y como parte de los acuerdos de paz con Francia y el papado, el pontífice concedió a la Corona de Aragón los derechos de conquista sobre las islas de Córcega y Cerdeña. Con la primera, y aunque posteriormente hubo algún intento por dominarla, esta nunca llegó a formar parte de verdad de los dominios de los Aragón. En cambio, fue Jaime II quien impulsó la conquista de Cerdeña, que se convirtió en una de las piezas fundamentales de las políticas de poder y comerciales en el Mediterráneo. Eso sí, aunque la conquista inicial se desarrolló en poco más de un año, Cerdeña se convirtió durante el siglo siguiente en un verdadero quebradero de cabeza por las constantes rebeliones de los señores sardos, en muchas ocasiones apoyados por los genoveses o por otros enemigos de la Corona de Aragón. El control de la isla fue un sumidero que agotó buena parte de los recursos humanos y económicos de unos Estados que además vivirían una importante crisis económica y social en la segunda mitad de ese siglo XIV.

Jaime II también llevó a cabo políticas para conseguir aumentar la influencia de sus Estados en todo el norte de África y así seguir asegurando el trasiego del comercio hacia los dos principales puertos comerciales del Mediterráneo; Alejandría y Constantinopla. Una de ellas, aunque en ese caso fallida, fue tratar de aumentar su influencia en el sur de la península Ibérica y en la zona cercana al Estrecho de Gibraltar intentando conquistar en 1309 la ciudad de Almería al reino nazarí de Granada. Sin embargo, la campaña fue uno de los pocos grandes fracasos de un monarca que también desarrolló la imagen del poder a través del nuevo panteón real que mandó construir en las Santes Creus, y que sin duda había sido influida por la tradición imperial de los Hohenstaufen que el mismo monarca había visto en su juventud durante los años que había pasado en Sicilia. Sin duda, fue un monarca de gran influencia para la historia de la Corona.

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