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Monumentos viajeros

Muchas de las esculturas de Zaragoza han estado en varias ubicaciones a lo largo del tiempo

La escultura de César Augusto ha pasado por diversas ubicaciones en Zaragoza.

La escultura de César Augusto ha pasado por diversas ubicaciones en Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

En general las ciudades, y en especial aquellas de cierta importancia y con unas élites burguesas y aristocráticas de un considerable poderío económico, han tratado de dotarse de edificios monumentales que mostraran la importancia y riqueza de la urbe, pero sobre todo que esos grandes edificios, como por ejemplo La Lonja de mercaderes, La Seo, o los grandes palacios, mostraran públicamente a propios y extraños el poderío de su ciudad y también el de estas grandes familias. Realmente, esto se puede considerar como un verdadero trabajo de propaganda pura y dura.

Pero no sólo de edificios monumentales vive el ser humano, y es que también empezaron a crearse monumentos, grandes o pequeños, que adornen la ciudad, tanto con motivos más prosaicos, como también para ensalzar un acontecimiento histórico relevante como una batalla o la figura de alguien importante. Este proceso se generaliza especialmente en Europa a partir de los siglos XVIII y sobre todo XIX y XX conforme van surgiendo los nacionalismos y llegan al poder las élites burguesas. Uno de los ejemplos más icónicos lo encontramos con el monumento al Justiciazgo y a Juan de Lanuza V el Joven, el Justicia Mayor del reino de Aragón ejecutado en la plaza del mercado en diciembre de 1591 por orden del rey Felipe I (Felipe II en Castilla) tras los sucesos de la rebelión aragonesa de ese mismo año. El monumento, obra del arquitecto Félix Navarro y del escultor Francisco Vidal, fue inaugurado oficialmente el 22 de octubre del año 1904 en la actual plaza de Aragón. Una plaza que no siempre ha tenido ese nombre y es que, creada con esa curiosa forma ovalada como Glorieta de Pignatelli, se diseñó para urbanizar esa zona del por entonces extrarradio de la ciudad y para albergar la gran exposición aragonesa de 1868.

Monumento al Justiciazgo en la plaza Aragón de Zaragoza.

Monumento al Justiciazgo en la plaza Aragón de Zaragoza. / Miguel Ángel Gracia

Y es en este punto en el que toca empezar a repasar la historia de algunos de los monumentos más viajeros en la historia de Zaragoza, y es que esta ciudad tiene por curiosa costumbre el ir cambiando la ubicación de algunos de ellos cada varios años. Algunos nos pueden llegar a sorprender. La por entonces Glorieta de Pignatelli no se llamaba así por casualidad, y es que antes de ser dedicada a Aragón y a la institución del Justicia Mayor, ese lugar homenajeó a una de las grandes figuras del Aragón y de la Zaragoza del siglo XVIII, Ramón Pignatelli. El hombre que impulsó y dirigió la construcción del Canal Imperial de Aragón, una de las obras de la ingeniería civil más importantes de la Europa de su tiempo, o que también dio una nueva vida a la Real Casa de la Misericordia, por entonces una institución benéfica y que hoy en día acoge las instalaciones del Gobierno de Aragón.

El caso es que allí, en la actual plaza de Aragón, se situaba el monumento a Pignatelli que hoy encontramos en el parque que lleva su nombre, una obra del escultor Antonio Palao Marco y que fue erigido a mediados del XIX. A este monumento le tocó hacer mudanza para hacer hueco al nuevo monumento al Justicia, una costumbre bastante extendida. Y es que también esa misma plaza de Aragón acogió en su inauguración a la copia de la gran escultura del emperador Augusto, fundador de la Zaragoza romana. Esa escultura fue un regalo a la ciudad del dictador italiano Benito Mussolini y fue inaugurada en la plaza de Aragón, aunque en una ubicación ya cercana a lo que hoy es la plaza Basilio Paraíso. Sin embargo, esa estatua también ha sido viajera, ya que más tarde se movió junto a las murallas romanas pero en el lado que da a la iglesia de San Juan de los Panetes para, más tarde, volver a la plaza Aragón y por fin regresar junto a las murallas pero cerca del Mercado Central, lugar que sigue ocupando hasta la fecha.

Fuente de la Princesa del Parque Grande, antiguamente ubicada en la Plaza de España.

Fuente de la Princesa del Parque Grande, antiguamente ubicada en la Plaza de España. / EL PERIÓDICO

También es curiosa la historia de la Fuente de la Princesa o de Neptuno. Esta fue la primera fuente pública de la ciudad y comenzó a construirse en la actual plaza de España en 1833 para conmemorar a la que iba a ser la reina Isabel II de España. La fuente y sobre todo su programa escultórico, obra de Tomás Llovet, recibió muchas críticas por ser de índole tan pagana en la muy católica Zaragoza. No fue hasta 1845 cuando llegaron las aguas a la fuente por primera vez, estando en esa ubicación hasta 1902, cuando se decidió quitarla para crear la fuente actual con el monumento a los Mártires inaugurado en 1904. Durante unos años, la Fuente de la Princesa acabó desmontada en los almacenes municipales hasta ser ubicada durante un tiempo en la Arboleda de Macanaz en 1935. Pero como ya sabemos, este no fue su último viaje, ya que en 1946 fue trasladada al lugar en el que se encuentra ahora, el parque José Antonio Labordeta. En ese mismo parque también está el precioso Quiosco de la Música, una obra modernista diseñada por los hermanos Martínez Ubago para la Exposición Hispano-Francesa de 1908 celebrada en lo que hoy es la plaza de los Sitios. Esa fue su primera ubicación hasta que se decidió que debía mudarse al gran parque zaragozano. Y estas son sólo las historias de algunos de esos monumentos viajeros de la capital aragonesa, quedando en el tintero otros que bien darán para una segunda parte de este artículo.

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