Hay días en los que las etapas ciclistas se llenan del mejor sentimentalismo. Y ayer fue uno de ellos. Con dos protagonistas. Uno, impactante, el triunfador en solitario, Carlos Barredo, el primer ciclista asturiano que se anota la victoria en los Lagos de Covadonga, la más carismática llegada de la Vuelta. Y el otro, casi anónimo. Una tendinitis obligó a retirarse de la ronda a José Luis Arrieta, tal vez el último día en que se le vio sobre una bici. En la misma etapa en la que Induráin puso fin a su carrera. Arri era el último gregario en activo del gran campeón navarro.

Cuando los líderes de la general deciden aparcar las ofensivas para mejor ocasión (seguramente hoy, en Cotobelo, en la gran etapa asturiana de montaña, mucho más dura que la de ayer). Cuando solo Ezequiel Mosquera araña 11 segundos en la cumbre de los Lagos, donde solo sufre y se descuelga Xavi Tondo. Curioso, el corredor de Valls perdió el contacto con el pelotón de los favoritos en un ataque sin demasiado sentido de su compañero Carlos Sastre. Cuando sucede todo esto en una jornada tan entrañable como la de los Lagos es mejor fijarse en los pequeños gestos, como el de Barredo al cruzar la meta. O en la tristeza de Arrieta, atormentado por una tendinitis.

VÍA CRUCIS Quisieron los duendes asturianos convertir la ruta hacia los Lagos en un tormentoso vía crucis de agua, frío y niebla. Mal ambiente para corredores que se animan con el sol y el calor, como Purito, que hoy tratará de contrarrestar los cuatro segundos que le saca Nibali en la general de la Vuelta. ñNo me vi con la fuerza del sábado. Nibali estaba intratable por lo que aparqué cualquier intento de ataque".

En cambio, el panorama era perfecto para un chaval de la tierra, Barredo, que hizo realidad el sueño de su vida. ñMe cuelo en una escapada con tipos que no sean buenos escaladores, que no conozcan la tierra, y en las primeras rampas de los Lagos los ataco, los dejo clavados y me planto en solitario en la cima". Así, tal cual, a 30 kilómetros de su casa. Así, tal cual, para dedicarle el triunfo a su padre señalando en su maillot la enorme cicatriz que al hombre le ha quedado después de una operación a corazón abierto. Grito de rabia.

En Covadonga, Barredo se sacó el soponcio que le dio cuando lo capturaron apenas a un kilómetro de la llegada, en el Tour (Peyresourde, Aspin, Tourmalet y Aubisque). ¡Ah! Todo el esfuerzo para nada. Por eso, ayer fue el pequeño héroe para su padre y sus paisanos. ñYo era un chico un poco vago. Mi padre me dijo: ´si subes con la mountain bike a los Lagos, te regalo una bici de carreras´. Y así lo hice". Se retorció mucho más que ayer. Aquella subida cambió su vida. Barredo ya tiene su gran premio.