Las ollas comunitarias no son la única iniciativa impulsada desde el Centro Social Comunitario Luis Buñuel frente a la crisis. Por ejemplo, ahora tratan de paliar la brecha digital reciclando ordenadores y facilitando la conexión a internet. En estas tareas no están solos. Colaboran con el centro de salud del barrio, con la Asociación de Vecinos Lanuza y, sobre todo, con la Red de Apoyo del Gancho.

Este tipo de alianzas para la «autogestión del bienestar vecinal», como la definen en El Gancho, surgieron en una quincena de distritos zaragozanos con el primer estado de alarma. Pero su eficacia para dar una respuesta rápida a las necesidades urgentes solo ha sido posible «gracias a la previa existencia de redes comunitarias en el barrio desde hace años», aseguran.

«Cuando empezó el confinamiento, pensamos en los vecinos a quienes no convendría salir por pertenecer a grupos de riesgo», explica Fernando Barrera, de la Red de Apoyo de La Almozara. «Así que montamos la red para ayudarles a hacer la compra, a pasear mascotas… Pero con las primeras llamadas ya vimos que lo que necesitaban era comida. Muchos no habían cobrado los ertes o se habían quedado sin empleo».

«Ante la pasividad y la ineptitud de quienes nos dirigen», denuncian desde El Gancho, «nos hace felices poder autoorganizarnos para apoyarnos entre vecinas, pero estamos convencidas de que las carencias socioeconómicas no deberían depender del voluntariado, sino estar cubiertas por la Administración», añaden.

«Hemos estado haciendo un trabajo que no nos corresponde», incide el portavoz de la red de La Almozara. «Se supone que, si vivimos en un estado social que tiene instituciones encargadas de ayudar a los ciudadanos, deberían haber sido estas las que se ocuparan. Pero cómo van a hacerlo, si Azcón cerró los centros de servicios sociales, y los gobiernos central y autonómico tampoco respondieron».

Reparto de alimentos y material escolar, hacer la compra y recados a los enfermos de covid-19 que no pueden salir de casa, pasear a sus mascotas… Son algunas de las tareas que, barrio a barrio, han ido asumiendo las redes de apoyo vecinal mutuo a lo largo de estos meses.

El cansancio ante la dureza de una situación que tiene visos de prolongarse bastante tiempo ya les está haciendo mella. Si bien el impulso solidario inicial «no se ha agotado», matizan desde El Gancho, «sí es cierto que se ha ido transformando y adaptando a las necesidades de cada momento».

Pero, por otro lado, aseguran que «no dejan de incorporarse nuevas personas a la red», sobre todo aquellas que han recibido previamente su ayuda, y ahora quieren contribuir. «Estamos convencidas de que todo lo que se ha hecho, y se sigue haciendo, repercutirá en un fortalecimiento de las redes comunitarias del barrio, que ni empiezan ni terminan con la pandemia», vaticinan.