La solidaridad rompe los muros

La directora general de Cooperación al Desarrollo e Inmigración del Gobierno de Aragón repasa los avances de la comunidad en materia migratoria de los últimos años y desgrana los retos pendientes

Natalia Salvo Casaús

En la actualidad, vivimos tiempos inciertos en los que la desinformación y los discursos de odio están reviviendo fantasmas de un pasado que creímos superado. En este momento, las principales instituciones internacionales y supranacionales, como las Naciones Unidas y la Unión Europa, nos interpelan a combatir el racismo y la xenofobia, puesto que ello se ha convertido en una exigencia democrática de primer orden para garantizar la convivencia social pacífica que ha caracterizado a la sociedad aragonesa plural y diversa en las últimas décadas de democracia.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, nos insta, en materia migratoria, a dar cumplimiento al Pacto Mundial para la Migración, impulsado en el 2018 y suscrito por varios países, entre ellos, España. Y a garantizar los derechos y la protección de todas las personas migrantes, en un tiempo en el que los desplazamientos humanos, lejos de aminorar, se han incrementado, llegando a cifras históricas, como consecuencia, principalmente, de los conflictos armados que asolan el planeta y la desigualdad extrema.

El Informe sobre la Migración Mundial (OIM) estima que en el mundo hay 258 millones de personas migrantes, de las cuales 50 millones son infantes, y el 48%, mujeres. Una de cada 30 personas es migrante. En el caso de Aragón, la inmigración nos está permitiendo detener la importante pérdida poblacional que venimos sufriendo en las últimas décadas, por lo que las personas migrantes juegan un papel crucial en el mantenimiento territorial de nuestra comunidad. Además, son una fuente de riqueza cultural, social y económica.

En Aragón, en los últimos años, hemos dado pasos importantes en materia de políticas migratorias, de protección internacional y gestión de la diversidad cultural. Hemos trabajado en varios ámbitos: la sensibilización, la formación de profesionales y la investigación. Todo ello, buscando y tejiendo acuerdos institucionales y sociales que refuercen este trabajo y el compromiso con una política necesaria e importante.

No obstante, todavía tenemos que afrontar importantes desafíos, en los que el trabajo coordinado va a ser determinante, como son las migraciones inseguras, que desde el año 2000 le han costado la vida a 60.000 personas migrantes; la infancia, los derechos de niñas y niños y su calidad de vida; la sanidad universal y la inclusión y cohesión social, cuya preservación irá ligada a una salida justa de las crisis económicas y sociales; la emergencia climática, que está abocando a desplazamientos forzosos, ya que hay lugares en el mundo donde ya no es posible la vida como consecuencia de los efectos nocivos del cambio climático; o la investigación para trazar políticas públicas certeras que partan de análisis serios, rigurosos y fiables.

Aragón tiene retos fundamentales que acometer en el corto y medio plazo, y para abordarlos de manera exitosa es fundamental una sociedad cohesionada en torno a valores democráticos y constitucionales, que mire al futuro con esperanza y que entienda que un puente siempre construye más que una barrera. Que la solidaridad rompe los muros y que, como canta Marwan, “para partir fronteras, la sonrisa es un serrucho”.

Los mejores años de la historia de España y de Aragón los han protagonizado sociedades plurales, diversas y acogedoras. Es el momento de no dar un paso atrás en todo lo avanzado, pero también de continuar trabajando para construir, entre todas y todos, un Aragón cada vez mejor.